El presidente colombiano, Gustavo Petro, se atrevió, en el cierre del tercer ciclo de negociaciones con el ELN, a poner una fecha de fin del conflicto: mayo de 2025, pero el jefe negociador del Gobierno, Otty Patiño, cree que podría ser en 2024 cuando se firme la paz con la última gran guerrilla latinoamericana.
El tiempo ha sido clave desde que Petro retomó la negociación iniciada por Juan Manuel Santos y estancada con Iván Duque, pero mientras la guerrilla no tiene prisa, el Gobierno lo tiene claro: «Tenemos menos de cuatro años», dice Patiño en una entrevista con EFE.
En La Habana logró un primer triunfo: un cese al fuego bilateral de 180 días -el más largo con el ELN- que comenzará el 3 de agosto y, aunque no está explícita la prohibición de los secuestros, el Gobierno advierte: «el secuestro es un crimen de guerra».
Pregunta: ¿Cómo valora el acuerdo de cese al fuego bilateral?
Respuesta: Es muy importante (…) En el caso del ELN, ellos han planteado que el cese al fuego no puede ser solamente en un esquema de desarme sino estar asociado con las transformaciones que requiere la sociedad colombiana.
Empezamos con el cese de operaciones ofensivas que también abarca acciones que de alguna manera atentan contra la población. El espíritu de cese al fuego es empezar a generar tranquilidad a la población, que la gente pueda participar y desde luego, también es muy importante que el ELN empiece a activarse más políticamente y desactivarse como organización armada.
P: ¿Es el acuerdo que quería el Gobierno?
R: La sociedad aspira a que esto acabe muy rápidamente, pero uno que está en la negociación sabe que eso no es tan fácil, no es tan inmediato. Desde luego, no queremos que sea tan lento o dentro de los tiempos que a veces maneja el ELN, que se olvidan los tiempos políticos que tienen que ver con la gobernabilidad del actual Gobierno.
Si el ELN quiere que no solamente se firmen los acuerdos, sino también generar una dinámica irreversible, es muy importante que no solo se esté en el 2025 firmando los acuerdos, sino que ya haya una dinámica de implementación.
P: Entonces tienen tres años.
R: Sí, tenemos tres años. La metodología planteada es: acuerdo que se va haciendo, acuerdo que se va a implementando (…) Se supone que todo proceso de paz debería ser un acuerdo de Estado y no de Gobierno, pero de ese «deber ser» a la realidad es muy difícil asegurar que lo que se firma realmente tenga trascendencia y no sea producto de la interpretación del próximo Gobierno.
Eso fue lo que pasó con los acuerdos con las FARC, el Gobierno Santos también lo hizo con sentido de Estado pero el que siguió, el de Duque, interpretó a su manera esos acuerdos (…) y la implementación quedó en manos de un Gobierno del Centro Democrático lo cual la dificultó mucho.
P: Es decir, ¿empezar ustedes a implementarlos es importante?
R: Es estratégico, no solamente es importante, tanto para ellos como para el Gobierno. Sin esa comprensión de que la implementación es estratégica vamos a quedar con una teoría de que este es un proceso distinto pero en la práctica terminará siendo muy parecido o casi igual al de las FARC.
P: ¿Lo que dijo el presidente de poner fin al conflicto en mayo de 2025 se puede cumplir?
R: Claro, es más, yo pienso que debe ser menos tiempo y lo digo muy en serio (…) Ojalá tengamos más de un año en la implementación.
P: ¿Qué fecha pondría usted?
R: Yo le pondría casi finales de 2024.
P: Hay quien dice que el ELN no quiere dejar las armas.
R: No es muy proclive a la dejación de armas en un solo acto, pero justamente (…) va a ser progresivo. El desarme será un proceso en el que sientan que después de las armas hay vida.
P: ¿Cuáles son los temas más complicados en las próximas negociaciones?
R: Vamos a seguir implementando los del (punto) uno, dos y tres que son participación, democracia para la paz y transformaciones para la paz; este último quizás sea el más importante porque esas transformaciones en pequeñas escalas y a corto plazo van a ser efectos demostrativos de que sí se puede.
Que las comunidades donde ellos tienen influencia pueden transitar de lo ilegal, de lo dañino ambientalmente -cultivos de coca, minería ilegal- a otras maneras de vivir que sean legales y sanas ambientalmente.
Los otros tres puntos complicados no han sido abordados todavía: el tema de víctimas, el fin del conflicto y el acuerdo final; van a ser los desafíos en los próximos ciclos.
P: La semana pasada el líder del ELN, «Antonio García», y Petro se dieron la mano, ¿no fue una imagen un poco precipitada?
R: Es un mensaje de que este tercer ciclo fue un ciclo de inflexión, dicho en palabras de «Pablo Beltrán». Menos armas en la política, menos fuego y más política, esa es la idea. La presidencia de Petro y el ELN de alguna manera están afirmando eso: hemos llegado a un punto de inflexión y vamos a llegar al fin del conflicto.
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