“En aquel tiempo Jesús decía a los judíos que habían creído en él: «Ustedes serán verdaderos discípulos míos si perseveran en mi palabra; entonces conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.» Le respondieron: «Somos descendientes de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Por qué dices: «Ustedes serán libres»?» Jesús les contestó: «En verdad, en verdad les digo: el que vive en el pecado es esclavo del pecado. Pero el esclavo no se quedará en la casa para siempre; el hijo, en cambio, permanece para siempre.  Por tanto, si el Hijo los hace libres, ustedes serán realmente libres. Yo sé que ustedes son descendientes de Abrahán, pero mi palabra no tiene acogida en ustedes, y por eso tratan de matarme. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, y ustedes hacen lo que han aprendido de su padre.» Ellos le cortaron la palabra: «Nuestro padre es Abrahán.» Entonces Jesús les dijo: «Si ustedes fueran hijos de Abrahán, actuarían como Abrahán. Pero viene alguien que les dice la verdad, la verdad que he aprendido de Dios, y ustedes quieren matarme. Esta no es la manera de actuar de Abrahán. Ustedes actúan como hizo el padre de ustedes.» Los judíos le dijeron: «Nosotros no somos hijos ilegítimos, no tenemos más que un solo padre: Dios.» Jesús les replicó: «Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían a mí, porque yo he salido de Dios para venir aquí. No he venido por iniciativa propia, sino que él mismo me ha enviado”.

Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana, Venezuela

 La Iglesia universal celebra hoy la fiesta en honor, entre otros santos, a San Eustacio, nacido en Side, ciudad de la Panfilia. Fue obispo de Beroea de Siria y patriarca de Antioquía según el Concilio de Nicea, donde leyó el panegírico del emperador. Enemigo de los arrianos, vio como los obispos seguidores de Arrio convocaron un sínodo en Antioquía en el que se presentaron graves cargos contra él hasta que el emperador le depuso de su cargo y le envió al exilio en Tracia hacia el 329 o 330. Se cree que Eustacio murió, en el exilio, posiblemente antes del año 358.

Y la liturgia de hoy nos presenta al Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Juan capítulo 8, del verso 31 al verso 42. donde se destaca la invitación de JESÚS a sus interlocutores para que escuchen Su Palabra, permanezcan fieles a ella y la pongan en práctica. Quien proceda así, conocerá la Verdad y la Verdad será condición de Libertad. Por lo que son tres valores supremos que se entrelazan en Su Enseñanza: Fidelidad, Verdad y Libertad.

La Fidelidad consiste en reconocer que DIOS es el Único Señor y mantenerse firme en esta convicción aún en las circunstancias más difíciles, teniendo claro que EL Único que puede librarnos de cualquier mal y de cualquier tentación es DIOS. La Verdad Evangélica es el mismo JESÚS, se trata de configurarnos con JESÚS, para ser auténticos, y diáfanos a la manera de Él, en el que no hay dobleces de actuación. Y la Libertad consiste en asumir con plena conciencia y responsabilidad la propuesta de JESÚS y no dejarse atar, ni esclavizar por ninguna clase de idolatría, sino más bien Configurarse con la Verdad que Brota de Su Espíritu.

Y es que, mantenerse fieles en la Palabra de JESÚS, es garantía de un auténtico discipulado y de estar en la Verdad que nos hace libres de los miedos y de los apegos materiales y sentimentales. Libertad, que se entienden en relación a la permanencia o no, del Mandamiento del AMOR que nos da JESÚS. Pero no se trata de una permanencia pasiva en la Fe, sino de una permanencia activa, es decir de aquella fidelidad por la que llevamos a la práctica las obras de JESÚS, que son las obras del Padre.

Ya que si vivimos tal como JESÚS nos ha enseñado, amando y respetando la dignidad de nuestros semejantes, entonces daremos muestra de que conocemos al Padre, y que Su Espíritu está en nosotros y nosotros en Él. Porque la manera de demostrar que somos hijos adoptivos del Padre, es amando a Su Enviado, nuestro Señor JESUCRISTO y Configurándonos con Él en Su manera de Obrar hacia nuestros semejantes-

Al confrontarnos con el texto vemos, que JESÚS nos invita vehementemente a ser sus discípulos de manera integral, no solamente de palabras, sino también de obras. Porque no es suficiente con llamarnos discípulos, sino que debemos comportarnos como tales, de manera que mostremos con los actos de nuestras vidas, que verdaderamente escuchamos Su Palabra y la ponemos en práctica cotidianamente.

Teniendo claro que ser o no ser discípulo de JESÚS, es una decisión personal y libérrima. Por eso es que a los que decidimos ser Sus discípulos, Él nos exige una adhesión permanente a Sus Enseñanzas, para que nuestras vidas no sean simplemente una característica de tiempos especiales, sino que permanezcamos unidos a Él y a Su Mensaje en cualquier circunstancia que se nos presente. Es esa la invitación que hoy nos hace el Señor, la de recuperar los valores de la Verdad, la Libertad y la Fidelidad, como principios fundamentales que debemos poner en práctica todos los que nos llamamos Sus seguidores, que nos permitirán llevar a cabo la construcción de la “Civilización del Amor” en esta vida terrenal.

Señor JESÚS, Ayúdanos, con la fuerza de Tu Palabra, a ser unos auténticos seguidores Tuyos, para poner en práctica los valores de la Verdad, la Libertad y la Fidelidad, que den como resultado espacios de convivencia humana, libres de la violencia, del egoísmo y de la indiferencia.

Amén

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