Familiares de palestinos desaparecidos durante la ofensiva militar de Israel contra la Franja de Gaza cuentan a Efe su desesperación por desconocer el paradero de sus seres queridos y expresan su rota esperanza de que sus cuerpos estén entre los cadáveres de las fosas comunes halladas en el hospital Naser de Jan Yunis, para darles sepultura.
«Estoy aquí, buscando a mi hermano, el mártir Taysir Abu Sultán. Lo enterré el 21 de enero», dice a Efe Nader Abu Sultan apartándose las dos mascarillas que lleva en el rostro y quitándose el papel que se ha metido en la nariz para evitar que penetre el olor a muerto que rezuma de las fosas comunes halladas en el centro hospitalario.
Como muchos palestinos, Nader se vio obligado, el pasado enero, a enterrar precipitadamente a su hermano en los terrenos del hospital, ante la imposibilidad de ofrecerle un entierro tradicional, debido a la implacable y brutal ofensiva del Ejército israelí contra la población gazatí de Jan Yunis, que en muchas zonas residenciales no dejó piedra sobre piedra.
«Esto es una agonía que supera todas las agonías, es una tortura sobre otra tortura. Su muerte es una tortura, pero la mayor tortura es que nosotros hemos venido a sacar los cadáveres descompuestos», cuenta desesperado a EFE.
Profanación de enterramientos
Israel, como hizo en otros centros hospitalarios asaltados en Gaza, profanó las tumbas temporales de los muertos y se llevó los cadáveres con el pretexto de hacerles pruebas de ADN por si entre los cuerpos se encontraran alguno de los israelíes secuestrados por Hamás en el ataque del 7 de octubre del año pasado.
Después los volvió a enterrar en fosas comunes y, tras la retirada de las tropas a principios de abril, se empezaron a localizar estos lugares de enterramiento masivo, como los hallados recientemente en distintos patios del Hospital Naser, donde se han exhumado más de 300 cadáveres en los últimos días.
Las autoridades gazatíes aseguraron que solo se ha identificado a una parte y que entre los cadáveres hay cuerpos que estaban desnudos y con las manos esposadas, lo que sugiere que fueron ejecutados.
Además, todavía se desconoce el paradero de unas 2.000 personas que estaban presentes en el complejo cuando fue asediado por las fuerzas israelíes.
«Llevamos buscando todos los días desde la fiesta del Eid al Fitr (9 de abril) a nuestros seres queridos, a nuestros hermanos. Es una tortura. (…) No dormimos. Si lo pudiéramos enterrar en una tumba nos quedaríamos tranquilos. Esto no puede ser, no puede ser», agrega Nader
Las máquinas excavadores levantan la arena buscando más cuerpos, que los servicios de emergencias colocan en unas nuevas bolsas blancas sobre las que en la mayoría de los casos escriben «desconocido».
Alrededor de las palas y los cadáveres, deambulan como almas en pena los familiares de los difuntos. «Yo solo busco entre los desconocidos», pronuncia alguien que camina entre los muertos.
Identificado por el anillo de casado
La madre de Akram Mahmud Hamad Abu Henene es una de las familiares afortunadas. Ha encontrado el cadáver de su hijo y escribe -tinta negra sobre plástico blanco- el nombre de su hijo.
«Cavamos, cavamos y no lo encontramos, pero no perdimos la esperanza y continuamos buscando y buscando y gracias a dios al final lo encontramos», dice a EFE su viuda, que recuerda que Akram, con quien tenía cinco hijos, murió el 23 de enero.
En otra parte del complejo, sentada junto a una bolsa mortuoria cubierta de flores, llora desconsolada la madre de Mohamad Haney al Shourbayi, muerto el 23 de enero, enterrado el 3 de febrero y hallado en la fosa común del hospital Naser.
«Lo reconocí por su anillo de casado», dice entre un aluvión de lágrimas incontenible, sosteniendo la alianza en su mano y recordado que apenas acababa de celebrar su boda cuando lo mataron.
Rim Nidal no ha tenido la misma fortuna y se queja frente a la puerta de emergencias del hospital arrasado por las tropas israelíes de que todavía no ha dado con el paradero del cadáver de su hijo Nabil Mohamad de quince años: «¿Por qué nos pasa esto, por qué nuestros hijos están en una fosa común en lugar de enterrados en una tumba?.
«Ya han terminado de buscar en la fosa común de ahí y mi hijo sigue desaparecido desde el 22 de enero. Lo quiero, nuestros hijos son también importantes para nosotros», dice.
Su historia se repite en muchos corazones y a través de muchas bocas, como la de Muhamad Salem Mustafa, que relata que su hijo murió el 24 de enero.
«Y lo enterraron en el hospital de Naser, en esa zona, junto a las palmeras, pero luego me dijeron que no lo encontraron porque los israelíes se lo llevaron y hasta ahora no sabemos donde está», asegura.
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