Buenos Aires.- Con el corazón contento y lleno de alegría, como cantaba en su mítica canción, el incombustible Ramón ‘Palito’ Ortega empieza a decir adiós a los escenarios con una gira en la que quiere agradecer al público su apoyo durante tantas décadas de éxitos:
«Sería muy injusto con la vida si le pidiera más todavía», afirma el músico argentino en una charla.
El artífice de decenas de discos y multitud de películas como actor y director admirado en Latinoamérica y en países como España se prepara, a sus 80 años y con nuevo disco, para empezar el tour internacional «Gracias», el 11 de diciembre en el Luna Park de Buenos Aires.
«Indudablemente tiene todas las características de una despedida, porque va a ser más de 50 años desde que empecé con mis giras y me parece que está bien, que gracias a Dios estoy muy bien, bien de salud, bien en términos generales y es el momento», señala.
Un adiós que, por ahora, no será total: «Seguramente todavía voy a grabar y dejar cosas» aclara.
Disfrutar de la familia
Al explicar su decisión, Palito recuerda a artistas contemporáneos suyos que ya fallecieron.
«Prácticamente todos los que han empezado conmigo ya no están, y yo no quiero abusar de esta generosidad de la vida de haberme dejado hasta aquí transitar este camino, y mucho menos quiero dejar de agradecerle a la gente», agrega, convencido de lo «injusto e ingrato» que sería si pidiera más a la vida.
Con su esposa, la actriz Evangelina Salazar, que a fines de los años 60 decidió retirarse para dedicarse a su familia y a quien considera el «hilo conductor» del clan, el cantante tiene seis hijos, también dedicados al sector audiovisual o musical.
«Hay un momento en que lo único que uno quiere es tiempo para disfrutar todo lo que ha hecho, de la familia, de esos gajos que se van desprendiendo del árbol, que son los hijos, los nietos, y gracias a Dios lo estoy haciendo», revela este octogenario vital.
«Tal vez este presente sea el resultado de una forma de vida. Gracias a Dios no he tenido adicciones como el alcohol o el cigarrillo. Lo mío ha sido muy tranquilo, inclusive ya desde muy joven era bastante disciplinado», enfatiza.
Aprendizaje que le dejó su padre, fallecido en 2003: «En las grandes decisiones que tuve que tomar siempre aparecía su palabra y me hacía reflexionar».
Una infancia difícil
Nacido en la localidad de Lules, en la provincia de Tucumán, Palito tuvo una infancia marcada por la escasez y el abandono de su madre.
«Nací en un pueblo muy chiquito, un pueblo con pocos recursos, y a una edad muy temprana tuve que salir a la calle a ganar unas monedas para ayudar a la familia. Todo eso es una experiencia que te va formando. Yo tenía 16 para 17 años cuando le dije a mi padre que me quería venir a Buenos Aires», evoca.
Y su padre accedió a dejarle buscar un futuro mejor. Ya en la capital empezó a encadenar trabajos para subsistir, hasta que un día pasó de vender café junto a una radio a colaborar en ella y adentrarse en el mundo musical.
Palito nombre que un directivo le puso por su delgadez saltó a la fama en el programa televisivo «Club del Clan», y después llegaron las películas y los viajes.
Entre sus recuerdos de España está su contacto con Joan Manuel Serrat, de quien fue su primer editor en Argentina; o sus colaboraciones y amistad con Pepa Flores (Marisol) o Rocío Durcal.
De su éxito «Corazón contento», que también popularizó Marisol, subraya que, como «La felicidad», nació en un momento muy especial de su vida. «Creo que casi todo estuvo ligado siempre a mi relación con Evangelina. Muchas de las canciones como ‘Corazón contento’ ya fueron cuando la conocí a ella», reconoce.
Abrazo en Sinatra
En los 90, Palito se metió en política. Frenar el avance electoral del militar Antonio Domingo Bussi, responsable de crímenes durante la última dictadura, le animó a presentarse a gobernador de Tucumán, cargo que ocupó durante cuatro años. Y también fue senador y candidato a vicepresidente de Argentina.
Ahora presenta su disco «Te llevo bajo mi piel», una suerte de homenaje a Frank Sinatra, a quien contrató en 1981 para actuar en Argentina, iniciativa que le provocó grandes deudas.
En el último abrazo en el aeropuerto (Sinatra) me dijo: ‘sé todo lo que te pasó, lo único que quiero es que no te olvides que cualquier garantía que necesites para cualquier emprendimiento en los EE.UU. no dejes de llamarme'», desvela.
Y así fue. Poco después la familia se mudó a Miami y «La Voz» les ayudó a instalarse. «Tal vez la moraleja sea que si uno se porta bien en la vida, siempre después aparece una recompensa», concluye.
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