Lima.- Pedro Castillo, el sorprendente e inesperado ganador de las elecciones presidenciales de Perú, asume este miércoles la Presidencia con el país dividido entre la esperanza y la incertidumbre que suscitan su figura y sus promesas de cambio, que incluyen un referéndum para formular una nueva Constitución.

A comienzos de año, este profesor de escuela rural y líder sindical del magisterio era un desconocido para los peruanos y no entraba en las quinielas para ser el nuevo presidente, pero su cara casi anónima y su programa reformista caló en un país hastiado de su clase política tradicional y desesperado por la covid-19.

Su asunción presidencial tendrá una fuerte carga simbólica, pues en el mismo día que Perú conmemora los 200 años de su independencia, por primera vez en la historia del país llega a la jefatura del Estado alguien surgido directamente del campo andino, ajeno por completo a sus élites políticas históricas, muy inquietas ante su irrupción.

En su camino al sillón presidencial ha sido muy enfático en la necesidad de que el Estado tenga mayor intervención en la economía, al considerar que el paradigma del libre mercado ha aumentado las desigualdades entre los más ricos y los más pobres pese al gran crecimiento que ha tenido el país en las últimas décadas.

UN PRESIDENTE CON SOMBRERO

Castillo se pondrá la banda de presidente sin despojarse de su sombrero chotano, de paja y ala ancha, emblema de identidad de los campesinos de Cajamarca, región del norte de los Andes peruanos de la que es oriundo el electo mandatario.

En la ceremonia que se celebrará en el Congreso de Perú, estaráN como invitados el rey de España, Felipe VI, así como varios presidentes y altos representantes de países de la región, entre ellos el argentino Alberto Fernández y el boliviano Luis Arce.

Ante ellos, Castillo pronunciará un muy esperado primer discurso como presidente tras haber hecho gala después de las elecciones de un férreo hermetismo sobre la composición de su Gobierno, cuyos integrantes aún no han sido desvelados.

ENTRE LA ESPERANZA Y EL MIEDO

En las calles, los peruanos reciben al profesor Castillo enfrentados entre la esperanza (34 %) y la incertidumbre (29 %), entre la confianza (16 %) y el miedo (15 %), como reflejó una reciente encuesta elaborado por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP).

Esos temores tienen nombre propio: Vladimir Cerrón, el líder y fundador del partido Perú Libre, al que Castillo reemplazó como candidato presidencial de la formación política por estar inhabilitado legalmente a postularse debido a una condena por corrupción cuando era gobernador de la región andina de Junín.

Hasta ahora es una incógnita cuánta influencia tendrá dentro del Gobierno de Castillo este médico neurocirujano formado en Cuba y que actualmente es la cara más conocida de la izquierda radical peruana.

El rechazo que genera Cerrón es tan grande que el 85 % de los peruanos no lo quiere ver activamente en torno al Ejecutivo, algo que parece compartir Castillo, cuya actitud es más concertadora y conciliadora que la del presidente de su partido.

ATMÓSFERA HOSTIL

Los sentimientos opuestos que genera Castillo son producto de la profunda polarización y tensión que vivió Perú durante la campaña electoral y las semanas posteriores, cuando la derechista Keiko Fujimori no aceptó su derrota y denunció sin pruebas fehacientes la existencia de un «fraude», inexistente para la Justicia peruana y para la comunidad internacional.

Después de partir al país con el dilema «libertad o comunismo», Fujimori dilató mes y medio la proclamación oficial de Castillo con más de un millar de demandas sobre el supuesto «fraude» que fueron rechazadas en bloque por los jurados electorales al carecer de sustento.

La confrontación fue hostil y derivó en multitudinarias marchas, algunas de ellas violentas, con amenazas para tomar el Palacio de Gobierno, e incluso con militares en retiro, entre ellos congresistas electos, exhortando a las Fuerzas Armadas a no reconocer a Castillo, lo que en la práctica sería un golpe de Estado.

Al final, desgastados todos por ese pulso, la justicia electoral refrendó los resultados de las urnas, que dieron a Castillo un triunfo por la mínima al obtener el 50,12 % de los votos válidos, 44.263 votos más que Fujimori.

Clave en su triunfo fue el «antifujimorismo» y el fuerte rechazo que existe contra su rival, quien participó en el proceso electoral mientras afronta una acusación de más de 30 años de prisión por presunto lavado de dinero en sus anteriores campañas electorales.

El profesor fue elegido como presidente para el periodo 2021-2026 y recibirá un país convertido en el de mayor mortalidad por covid-19 al acumular casi 200.000 fallecidos, y con una economía en plena recuperación tras el batacazo de 2020, donde se contrajo un 11,8 %.

 

EFE

¡Síguenos en nuestras redes sociales y descargar la app!

Facebook X Instagram WhatsApp Telegram Google Play Store