Ámsterdam.-Armados con redes de pescar, los turistas pueden ahora participar en la limpieza de los plásticos que flotan en los canales de Ámsterdam, acompañados de música, tapas y cervezas, una actividad peculiar impulsada por la fundación Plastic Whale que se ha convertido en una atracción de moda.

Una expedición de hora y media para pescar plásticos comienza con una introducción de uno de los patrones sobre qué es una «sopa de plásticos» y lo que se debe y no se debe hacer en el barco: no se recogen orgánicos y los tapones de botellas, los plásticos y la basura de otros materiales van a cubos separados.

Entonces, cada grupo de hasta diez personas se sube a bordo con un objetivo en mente: competir por dos premios sorpresa, uno para quienes logren la mayor cantidad de plástico y otro para quien logre la pieza de basura más exclusiva.

Esto es como un rato en el parque de atracciones para los más pequeños mientras los adultos se alarman sobre la cantidad de basura que abruma en los canales, para acabar recordando que más de 8 millones de toneladas de desechos plásticos contaminan los océanos cada año.

No importa que sea pleno invierno y esté lloviendo «mientras no caigan ballenas del cielo», dice la fundación Plastic Whale (ballenas de plástico, en inglés): hay excursiones todos los días del año porque «siempre habrá basura» en los icónicos canales de Ámsterdam.

En una de las excursiones, en la que participó Efe, se pescó un tulipán de porcelana, una bolsa con cigarrillos de marihuana que perdió algún turista, un puf azul de 90 por 140 metros, unas zapatillas blancas extraídas de algún hotel y adornos de Navidad, además de varios kilos de botellas y envases de comida de plástico PET, apto para reciclaje.

La idea de este proyecto es de Marius Smit, un emprendedor holandés y amante de su ciudad. En 2011, cuando vio la marea de plásticos que flotaba por los canales, decidió ponerse manos a la obra «solo, sin un plan, pero con un desafío claro», relata a Efe, ante la atención del grupo que participó en la limpieza de los canales.

Confió en que residentes, empresas y municipio compartiesen su preocupación. Y así fue: el proyecto salió adelante gracias a un movimiento de voluntarios que querían salvar el paisaje recogiendo desde botellas hasta peluches de grandes dimensiones que, por alguna razón, acabaron flotando en los canales.

«Desde la primera convocatoria, la gente no dudó en apuntarse. Más de 460 personas acudieron al primer evento, que se planteó como una quedada de viernes por la tarde entre amigos y conocidos: tomarse algo, contarse historias y limpiar los canales», rememora el fundador de este proyecto.

Poco a poco se iba sumando más gente, amigos que traían a otros amigos, guías que proponían la idea a los visitantes haciendo que miles de turistas limpien canales mientras conocen las arquitectura del siglo XVII desde las aguas que recorren las calles de la ciudad.

E incluso estudiantes de colegios que hoy van de excursión o dedican las tardes libres a ayudar a cuidar de su ciudad de la mano de expertos capitanes.

Asimismo, más de 400 empresas se han apuntado a esta iniciativa, en la que participó un récord de 13.000 personas en 2018.

¿Y qué pasa con los miles de kilos de desechos una vez salen del agua?

Plastic Whale también busca cambiar la percepción que se tiene de los plásticos, dice su fundador, porque este es «un material valioso» y, si se le da el valor que merece, se acabará manejando de otra manera, se usará menos y cuando se utilice será porque se sabe que, como materia prima, acabará en otro producto.

Los desechos que se recogen tienen hoy dos destinos: un fabricante que los convierte en muebles circulares (mesas, sillas, lámparas y paneles acústicos de pared) para oficinas comprometidas con el medio ambiente, o bien se usan para fabricar los propios botes que luego se utilizan para pescar aún más plásticos de las aguas.

«La mesa no es el producto final, es una fuente de inspiración, el comienzo del cambio. Cuantas más empresas entiendan el concepto de estos muebles, más interesados estarán, más materia prima necesitaremos y más sentido tendrá movilizarse para pescar plásticos. Esto es posible en Ámsterdam, pero también en otros países», añade.

Esta fundación se ha unido a varias iniciativas, entre ellas la agencia de marketing Amsterdam&Partners o Sweepsmart, una empresa holandesa de gestión sostenible de residuos con sede en Bangalore (India), que recolecta y recicla residuos plásticos para crear empleos locales con condiciones y salarios dignos, y que reduce además la cantidad de plástico en los vertederos.

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