Bogotá.- Ante más de un millar de personas llegadas a Bogotá desde los territorios más desfavorecidos y golpeados por el conflicto, Gustavo Petro y Francia Márquez protagonizaron una ceremonia de investidura «popular y espiritual», un día antes del acto de posesión oficial como nuevo presidente y vicepresidenta de Colombia.
Gran parte de la victoria de esta fórmula en las elecciones del pasado 19 de junio se debió, justamente, al voto masivo en estos territorios, sobre todo en el Pacífico, donde nunca se habían visto representados en un Gobierno y donde la paz, tras el acuerdo con las FARC de 2016, nunca llegó.
Por eso arribaron con sus banderas, con el rojo y el verde de la Guardia Indígena y el verde de la Guardia Cimarrona, así como los colores africanos del Pacífico y las señas propias de la diversidad de sus territorios al céntrico parque Tercer Milenio de Bogotá, donde Petro y Márquez se presentaron para recibir también el «mandato popular».
De hecho, Petro quiso subrayar justamente ese factor: que él iba a ser el mandatario, pero que quien ordena el mandato es el pueblo, por lo que llamó a «más y más organización popular en toda Colombia».
«Este camino no empezó en una campaña electoral, este camino empezó en la resistencia de los pueblos, resistencia que se ha mantenido en más de 500 años, que a muchos les ha costado la vida, que a muchos les ha costado el exilio y que a muchas mujeres nos ha costado casi todo», argumentó, en la misma línea, la vicepresidenta electa cuando todavía no había llegado Petro al acto.
MASACRES Y VIOLENCIA
Con ruana y los colores azules característicos del pueblo nasa, José Roberto Osnas llegó desde Caldono (Cauca), el «municipio más golpeado por el conflicto», como ha sido nombrado en numerosas ocasiones, con el «anhelo y la esperanza» de que «haya un cambio en el país», como dijo a Efe.
«Los presidentes no han tenido una mirada del pueblo, no han mirado a la gente», aseguró este hombre, que pertenece al Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC). Marlén Ucué, también de Caldono, aseguró que ahora mismo es «lo más cercano que estamos de una esperanza», de que por fin en sus territorios se vea la paz.
La situación en el Cauca, como en otras partes del país, ha empeorado en los últimos cuatro años debido al resurgimiento de grupos armados y la baja presencia estatal. Esta misma madrugada, cuatro personas fueron asesinadas a tiros en una nueva masacre en Morales, un municipio de este departamento del suroeste del país.
En lo que va de año se han producido 60 masacres, según el recuento del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), que en su observatorio también recoge que han sido asesinados 110 líderes sociales en 2022 y 1.337 desde que se firmó la paz.
Petro llegará mañana a la Casa Nariño con la promesa de la «paz total» con la que quiere, además de lanzar mecanismos urgentes de protección en las regiones, comenzar o retomar negociaciones con diversos grupos armados como la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN).
El hecho que el ELN haya mostrado su voluntad de volver a sentarse a la mesa o que el Frente Primero de las disidencias de las FARC también haya hablado de dialogar para lograr un cese al fuego bilateral son signos que la gente que acudió hoy a la posesión espiritual de Petro ve como muy positivos.
UNA TENDIDA DE MANO
La elección como vicepresidenta de Francia Márquez, una mujer de un pueblo negro del Cauca, que nació en las clases más excluidas, los que llama «nadies», ya es una esperanza para muchos, aunque ella misma quiso mostrarse precavida.
«Tenemos que tener claro que no vamos a cambiar 500 años de opresión y exclusión en cuatro años, pero colocaremos la base de una transformación en favor de la vida, en favor de la paz, de la justicia social, de la justicia racial, de la justicia de género, de la justicia económica, en favor del cuidado de la Casa Grande», afirmó.
«Aquí estoy lista para cogerme de la mano de ustedes para caminar este ejercicio de gobierno que no será fácil porque tenemos la élite más peligrosa de la región, una élite que se ha encargado de mantenernos (…) en el hambre, en la violencia, en la exclusión», dijo Márquez, que convocó «a un gran acuerdo nacional que ponga las bases de una nueva nación».
También Petro se refirió a esa alianza, asegurando que, a pesar del impulso que le han dado las organizaciones sociales, campesinas e indígenas, la mayoría presentes en el acto, no quieren desde el Gobierno «reemplazar o cooptar» el movimiento popular, sino más bien establecer una interlocución constante.
«Se trata de inaugurar un Gobierno con los movimientos sociales, no un Gobierno sobre los movimientos sociales y mucho menos un Gobierno que extinga los movimientos sociales», dijo Petro, que subrayó que esa es la «construcción de una nueva democracia» porque «nunca se ha vivido en el país lo que llamamos una democracia multicolor».
«El presidente de la República los convoca a organizarse e indudablemente esa pluralidad, esa multiculturalidad, ese espectro multicolor que debe ser el de la organización popular hay que unificarlo en medio de la diversidad, coordinarlo, conectarlo entre sí», dijo después de una breve ceremonia de armonización con mayores y mayoras de diferentes etnias y espiritualidades.
La ceremonia se realizó un día antes de que Petro y Márquez sean investidos como cabezas del Estado colombiano en una ceremonia solemne a la que acudirán el Rey Felipe VI de España y una decena de jefes de Estado latinoamericanos y dignatarios de todo el mundo, pero que también esperan que sea «una gran fiesta popular».
Así, se espera la asistencia de 100.000 personas, incluidos indígenas y personas llegadas de todo el país, e incluirán actos culturales que representen la diversidad de Colombia.
EFE
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