Estados Unidos. Directivos de las Grandes Ligas y del sindicato de jugadores anunciaron este martes que ambas partes trabajan en un plan que les permita comenzar la temporada a partir del próximo mes de mayo después de haber recibido el apoyo por parte de altos funcionarios federales de salud pública.
Aunque el plan tiene una serie de posibles obstáculos, ha surgido por encima de otras opciones como el más probable para trabajar y lo más importante que ha sido aceptado tanto por las Grandes Ligas como por el sindicato con el apoyo de las autoridades federales de salud.
El escenario de competición se daría en estadios sin aficionados en el área metropolitana de Phoenix, incluido el Chase Field, campo de los Diamondbacks de Arizona, 10 instalaciones de entrenamiento de primavera y quizás otros estadios cercanos.
Los jugadores, el cuerpo técnico y otro personal esencial serían recluidos en los hoteles locales, donde vivirían en un aislamiento relativo, y viajarían solo al estadio y de regreso, dijeron las fuentes.
Los funcionarios federales de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y el Instituto Nacional de Salud han apoyado un plan que se adheriría al aislamiento estricto, promovería el distanciamiento social y permitiría que las Grandes Ligas se convirtiera en el primer deporte profesional en regresar a la competición.
La fecha de dar el tradicional grito de «play ball» en mayo depende de una serie de preocupaciones que tienen que ser solventadas, de ahí que algunos funcionarios creen que el día de apertura de junio podría ser más realista.
Lo más importante sería un aumento significativo en las pruebas de coronavirus disponibles con un tiempo de respuesta rápido, que las fuentes familiarizadas con el plan creen que sucederá a principios de mayo y permitirán que las pruebas que se hagan dentro de las Grandes Ligas no disminuyan el acceso que debe tener a las mismas el público en general.
Si bien los funcionarios de salud ven a los jugadores de las mayores como candidatos de bajo riesgo para problemas relacionados con COVID-19 debido a su edad y salud, no sucede lo mismo con los manejadores, entrenadores, árbitros y otros personal de mayor edad a los que también hay que proteger con una serie de protocolos que les permitan trabajar.
Además, también se considera que la logística para desarrollar todo el plan no será nada fácil sino todo lo contraria muy compleja y complicada.
Pero tal vez el mayor obstáculo con el que se van a poder encontrar los directivos de las Grandes Ligas y el sindicato será la postura de los jugadores que son los que al final tendrán que dar su aprobación al plan.
Los directivos de las mayores reconocen que tal vez ellos no estén muy de acuerdo con separarse de sus familias por un tiempo indefinido, tal vez hasta cuatro meses, si al final no se puede detener el brote del coronavirus que impida que los equipos jueguen en sus estadios de origen en el 2020.
Aún así, existe la esperanza entre todos los actores que trabajan en el plan, que la combinación de recibir cheques de pago por jugar y el regreso del béisbol que ofrece un respiro a una nación acosada por la devastación de COVID-19, convencería a los jugadores de aceptarlo.
Al margen de cual pueda ser el resultado final del plan, se considera que el mismo ya está siendo beneficioso en el sentido que ha comenzado a darse una gran colaboración entre los directivos de las Grandes Ligas, el sindicato y los altos funcionarios federales de salud.
En ese sentido, existe el convencimiento generalizado que la vuelta de la competición del béisbol profesional seria de gran ayuda en la recuperación de la moral de las ciudadanos, aunque no puedan asistir a los campos de juego y las Grandes Ligas pierdan la mayor proporción de ingresos de los 10.000 millones de dólares anuales que genera su deporte.
EFE noticias
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