Quito.- La fanesca, el tradicional potaje de la Semana Santa en Ecuador, que se suele servir el Viernes Santo, también ha sufrido el coletazo del coronavirus, aunque su preparación, por esa misma razón, ha vuelto obligado al seno de la familia en este tiempo de cuarentena.
El plato, que lleva una serie de granos, calaba, leche, queso, bacalao seco y se adorna con masitas de harina y huevo duro, suele ser motivo de concursos entre restaurantes; pero ahora también se ha tenido que quedar en casa como toda la población, confinada al aislamiento domiciliario para evitar el contagio del COVID-19.
Pese a las limitaciones, la gente «sí ha llevado» los productos que se usan en la elaboración, comentó Martha Chiluisa, presidenta de la Asociación de vendedores «2 de Diciembre», del mercado de alimentos de San Roque, uno de los más importantes de Quito.
Ese mercado ha ofrecido «todo lo que se necesita para la fanesca y a buenos precios», sostuvo Chiluisa que aceptó una bajada en las ventas por el confinamiento de la población.
Restricción en los mercados
Y es que en Ecuador la movilidad de los ciudadanos a los grandes mercados de alimentos ha sido restringida y se permite sólo a los ciudadanos según el último dígito del número de la cédula de identidad, que corresponde a ciertos días en la semana.
Para proteger a los compradores, los vendedores de San Roque, entre otras medidas sanitarias y de seguridad, incluso han instalado un túnel de desinfección para evitar el contagio.
Desde el pasado martes, comentó Chiluisa, las personas se han abastecido de arveja, fréjol (porotos), calabaza, maíz, lenteja, habas, bacalao seco que se usa para la fanesca.
Por eso, muchas familias iniciaron temprano la preparación del plato, usando las manos de todos su miembros, ya que la elaboración supone muchos procedimientos.
Para el padre Johnny Hermida, párroco de Nuestra Señora de los Dolores de la Armenia, en Quito, la fanesca solo refleja la identidad religiosa de Ecuador que, según él, no ha perdido su esencia a pesar de la pandemia.
Hermida aceptó que esta es «una Semana Santa atípica» y dijo que espera que no vuelva a repetirse, aunque admitió que ha permitido rescatar la sencillez de la fe.
En la Iglesia, dijo Hermida, «estamos celebrando desde lo simple, desde lo sencillo, desde lo básico», y la elaboración de la fanesca también ha llevado a los fieles a buscar la esencia del evangelio.
Para él, la fanesca, elaborada con tantos elementos, «es como nuestra cultura, hecha de un montón de cosas bonitas y de un montón de historias reales y concretas».
«Esta vez no ha sido fácil» hacer la fanesca y no se la puede comprar en los restaurantes cerrados por la cuarentena pero, pese a ello, es «interesante como la gente se ha dado modos» y ha hecho su plato con lo que tenía a mano.
Cultura de hogar
Para Hermida, la fanesca «nunca ha salido de casa», aunque aceptó que el confinamiento obligatorio actual le ha permitido a la fe afianzar «la cultura de hogar».
También comprender el sentido de inclusión que tiene la elaboración del potaje que Hermida lo considera barroco, por ese «sobrecargar de cosas para que algo quede más bonito».
Así también es la Semana Santa en Ecuador, con procesiones multitudinarias y una serie de expresiones religiosas, que ahora se han desarrollado en un contexto distinto por la crisis sanitaria y el aislamiento social, comentó el párroco.
Esta Semana Santa ha permitido «volver a lo simple, a lo sencillo» y «a renovar ese sueño de familia», para entender que «no es que no tenemos tiempo, lo que no tenemos son prioridades claras», apostilló Hermida, quien también dejó un mensaje a los ecuatorianos.
Si de esta crisis sanitaria provocada por el COVID-19 «pretendemos volver a cómo estábamos antes, no habremos aprendido nada.
Todo este dolor debe generar un humanismo diferente», subrayó el religioso, quien expresó su total gratitud con una familia vecina, que se dio modos (atendiendo las normas de seguridad sanitaria), para convidarle un plato de fanesca.
Él aceptó el plato «con esa confianza de saber quién lo ha hecho», aunque se lamentó de no repetir, cómo es también la costumbre de la fanesca en Ecuador.
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