Ciudad Guayana.- El desplazamiento de indígenas desde Delta Amacuro hasta Ciudad Guayana comenzó hace aproximadamente 30 años. La promesa de un mejor futuro era muy consistente en aquella localidad llena de empresas prósperas.

La Riviera, como uno de los edificios que tiene a su alrededor es el nombre que representa a esta comunidad indígena ubicada en el centro de Puerto Ordaz, específicamente en la Avenida Ciudad Bolívar al lado del Centro Comercial Trébol. 

Salud y alimentación

A esta comunidad está conformada por un total de 20 familias, alrededor de 100 personas distribuidas entre niños de 8 a 12 años y  adultas, que luego de no haberse concretado ninguna de las promesas gubernamentales, les ha tocado subsistir a través de sus propios medios.

En el ámbito de salud, han sido pioneros con su medicina artesanal y entre ellos mismos se hacen sus revisiones y se automedican,  logrando así solventar de alguna manera cada una de las enfermedades que les ha tocado enfrentar.

La iniciativa de elaborar su propia medicina y automedicarse es porque además de ser parte de su cultura, también, en algún momento, organizaciones ofrecieron beneficios y nunca se los brindaron, por lo que gracias a los conocimientos que manejan les ha sido primordial ante la situación que viven actualmente.

En referencia a la pandemia de la COVID-19 que se vive actualmente en el mundo, esta comunidad no fue tomada en consideración para realizar  evaluaciones para descartar cualquier tipo de contagios.

“Nunca se acercó ningún centro de salud, ni empresas, absolutamente nadie, que brindará algún tipo de aporte en referencia a la prevención y protección ante esta situación que se vive”, exclamó Feliciano Bastardo, quien es el Cacique encargado esta comunidad Warao.

Feliciano Bastardo quien es el Cacique encargado esta comunidad Warao. – Fotografía: Wuilmer Barrero

Educación y trabajo

La educación fue llevada a estas personas hace aproximadamente 3 años cuando la empresa básica Ferrominera del Orinoco inauguró la Escuela Intercultural Bilingüe “Nobotomo Kokotuka”, que significa: “Todos los niños a la escuela”, la misma se encuentra ubicada frente al campo de Ferrominera en Puerto Ordaz y cuenta con 64 metros cuadrados, fabricada con concreto y bloques perfectamente planificada para que los infantes no dejen de recibir clases si no cuentan con electricidad, pues tiene entrada de luz, ventilación natural e incluso una cocina adyacente.

Actualmente, estos indígenas no están recibiendo ningún tipo de inducción educativa debido a la situación que se vive por la pandemia.

Su número de integrantes que a diario sale a trabajar para luego llevar el pan a la casa es grande. Todos trabajan como obreros, ayudantes de los vendedores y de los buhoneros que se ubican en el Trébol, mientras que otros se dedican a vender la artesanía que ellos mismos fabrican.

Nunca hemos tenido la oportunidad de que nos brinden un empleo digno, siempre hemos sabido sobrevivir trabajando como ayudantes o vendiendo artesanía, del resto no contamos con ningún otro tipo de apoyo”, informó Bastardo.

Fotografía: Wuilmer Barrero

Apoyo gubernamental

Esta comunidad de Warao a pesar de estar en el centro de la ciudad, vive en una situación precaria, debido a que no cuentan con un hogar acorde, ni con rubros suficientes, y muchos menos con ningún tipo de sustento económico que le pueda servir como sustento para la familia.

Bastardo hizo hincapié en que: “Nunca han recibido apoyo de parte de ningún ente gubernamental en ningún ámbito social, la comunidad ha sabido subsistir y sobrellevar las distintas situaciones por el trabajo logrado por ellos mismos”.

En el trabajo, en la medicina y en la alimentación no has tocado salir a la calle en ocasiones a recibir ayuda y en otras a ser ignorados porque también somos mal vistos y eso nos perjudica”, puntualizó.

 

Puede leer la parte 1 de este trabajo, haciendo clic aquí

 

 

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