Imagen de Archivo del primer ministro de Polonia, Donald Tusk. EFE/EPA/MAXYM MARUSENKO

El primer ministro de Polonia, Donald Tusk, quiere que Europa «piense en polaco» desde este miércoles, día en que su país asume la Presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea (UE), en un momento crucial y lleno de retos.

Muchas cosas han cambiado en los 13 años transcurridos desde el primer mandato polaco, y a la ya crónica crisis de identidad europea -que ha perdido a un miembro por el camino-, se une la actual crisis de liderazgo que atraviesan sus principales Estados, una guerra a las puertas y un socio impredecible al otro lado del Atlántico.

Como subrayó hace unos días la embajadora Agnieszka Bartol, representante permanente de Polonia ante la Unión Europea, «estamos en un periodo de desafíos extremos», por lo que no es de extrañar que Varsovia se haya propuesto poner el acento en la seguridad durante los próximos seis meses.

La seguridad en todas sus formas: exterior, interna, informativa, económica, energética, alimentaria y sanitaria, con una Polonia «más egoísta», en palabras de Tusk, más autosuficiente , fuerte y consciente de que «la era de la subcontratación geopolítica» se ha acabado.

Viejos problemas y nuevos retos

Polonia abogará por un aumento del gasto en defensa europea, incluyendo la posibilidad de emitir eurobonos para este fin.

También buscará fortalecer la cooperación con la OTAN, especialmente con Washington, y orientará la atención de sus aliados hacia su proyecto «Escudo Oriental», un ambicioso plan para asegurar la frontera con Rusia y Bielorrusia.

A pesar de los altibajos de estos últimos años, Varsovia pedirá a Europa que continúe brindando un fuerte apoyo a Ucrania, tanto a nivel político como militar y económico, y buscará mantener la presión sobre Rusia y sus aliados para poner fin a la guerra y comenzar cuanto antes la reconstrucción de su vecino.

Otro gran objetivo será fortalecer la competitividad de la economía continental y reducir las dependencias estratégicas, especialmente en el ámbito energético, así como la eliminación de barreras al comercio dentro del mercado único y el desarrollo de una política industrial sólida, con facilidades al comercio electrónico del mercado interno y menos burocracia.

Se impulsará la transición energética hacia fuentes de energía limpias y seguras, un tema que toca especialmente al país del Vístula, muy dependiente del carbón.

 Barrer en casa

La presidencia polaca del Consejo Europeo ofrecerá a Polonia una plataforma para impulsar su agenda y consolidar su liderazgo; sin embargo, las elecciones presidenciales previstas para la primavera añaden un factor de presión interna, ya que Tusk necesita asegurar la victoria de un candidato afín que le permita avanzar en sus reformas.

A pesar del cambio de Gobierno en Polonia, que ha dejado atrás una era ultraconservadora, y del regreso de Varsovia a la «corriente principal» europea, persisten tensiones internas y con otros países del bloque: los intentos de diálogo del canciller alemán, Olaf Scholz, con el presidente ruso, Vladímir Putin, y el papel del primer ministro húngaro, Víktor Orbán, como «caballo de Troya» ruso en Europa, han tensado las relaciones vecinales de la región.

Por otro lado, la convivencia del Ejecutivo polaco con el presidente Andrzej Duda, cercano al partido de la oposición Ley y Justicia (PiS), ultraconservador y euroescéptico, es sumamente complicada, y Duda ha vetado ya numerosas iniciativas del gobierno de Tusk.

La nueva postura en temas como la migración genera también controversias internas.

Para muchos polacos, es difícil encontrar el «enfoque humano y compasivo» prometido por Tusk en la crisis migratoria con Bielorrusia, cuando ha entrado ya en vigor una ley que contempla la denegación del derecho de asilo, continúan las devoluciones en caliente en la frontera bielorrusa y se han ampliado los supuestos en que los soldados que custodian el muro fronterizo pueden usar armas de fuego.

Ampliar la casa

La ampliación de la UE a países como Ucrania, Moldavia y los Balcanes occidentales recibirá un nuevo y decidido impulso bajo la batuta polaca, pero el caso ucraniano es especialmente complicado debido a la guerra en curso, la necesidad de profundas reformas en Kiev y la reticencia de algunos Estados miembros por la inclusión de un país arruinado y con un futuro incierto.

La apertura de nuevos procesos de ampliación de la UE, algo a lo que Varsovia se ha comprometido, presentan el aliciente de contrarrestar la influencia rusa en el este de Europa, y a pesar de una complicada coyuntura, conseguir algún avance significativo en este proyecto puede servir para afianzar la credibilidad de la Unión en el ámbito internacional.

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