La Policía Nacional Contra la Corrupción ejecutó la medida de aseguramiento de los bienes del lujoso restaurante Altum, en Caracas, días después que uno de sus socios anunciara el cierre del excéntrico local alegando poca demanda por miedo a las alturas.
Desde que se anunció la apertura de un restaurante que ofrecía suspender a un grupo reducido de personas por medio de una grúa para disfrutar de una vista 360 de Caracas, comenzaron todo tipo de especulaciones sobre quiénes financiaban semejante negocio en medio de una terrible crisis social y económica del país.
Sin embargo, uno de sus socios no ha tenido complejos en dar la cara.
Pero la fantasía duró apenas unos meses, sostenida por cierto, por un grupo de influencers, entre ellos la polémica actriz Norkis Batista, que comían en Altum para promocionarlo.
Abrió en diciembre de 2022 y ya los primeros días de mayo unas máquinas removían la grúa que sostenía la plataforma en la exclusiva zona de Altamira, municipio Chacao, de la capital venezolana.
El negocio sería de Rafael Hernández Quintero, testaferro de Joselit Ramírez, ex jefe de la Sunacrip y ficha clave del exministro Tareck El Aissami, cabeza de todo el entramado por el cual hay más de 60 detenidos hasta ahora.
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