Portachuelo. Coronavirus, aprendizaje y conciencia humana

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La humanidad no se estaba dando cuenta del desequilibrio humano social y del terrible daño al medio ambiente que ha estado creando desde hace tiempo por la terca desobediencia a nuestro creador, Dios Todopoderoso, por un lado; y a la poca valoración de la verdad, del amor y de la paz, por otro.

Un deterioro y descuido progresivo del hogar, de la familia, de los valores, de los ecosistemas y cuido del hábitat natural; todo, por el afán de un fanatismo personal, una irracionalidad sin sentido y sentimiento, una ambición desmesurada de poder e intereses. Una brutal preeminencia de lo material sobre lo cuántico.

Cuando la civilización estaba más distraída la sorprende el virus del Coronavirus; que sale de un mercado en una ciudad de China llamada Wuhan. Donde se venden toda clase de animales salvajes y vivos. Los compradores los reciben sacrificados y despedazados sin ningún tipo de control sanitario e higiene. El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de China, admitió que dicho virus pudo haberse transmitido desde allí de un animal a una persona. Un mercado visitado por miles de turistas de todo el mundo; a través de los cuales el contagio se expandió como pandemia por los 5 continentes. Una enfermedad letal que colapsa los pulmones y que no tiene vacuna probada para controlarla. Más de 170 mil personas han fallecido por el Coronavirus chino.

Entre las medidas preventivas tomadas por los gobiernos del planeta están la del “distanciamiento social” y la de mantenerse en casa en “cuarentena”. El cierre de comercios y empresas de producción ha provocado miles de despidos y costos inestimables, por ahora, generando una recesión económica en cadena mundial; desequilibrando las economías desarrolladas y atrasadas. Una ecuación política complicada por resolver que se le presenta a gobiernos y sociedades.

Lo importante y positivo de esta emergencia global, el aprendizaje y la enseñanza que nos debe dejar a todos los seres humanos. Una oportunidad para revisarnos como sociedad más hacia adentro que hacia afuera, para trascender y seguir adelante cambiando lo que debemos cambiar. Valorando mejor la vida y el planeta en su dimensión natural y cuántica. Reconocernos y tratarnos como seres humanos.

Reflexiones:

  1. ¡Basta ya! qué países asiáticos, entre otros, sigan haciendo de los animales un mercado de crueldad y salvajismo en detrimento de su propio ecosistema. ¡Basta ya! de deforestación irresponsable de bosques y de contaminación ambiental en el mundo. Sabían ustedes, después de la aparición de ese inesperado enemigo invisible y mortífero, por la paralización económica forzada, los pulmones de la Tierra recuperaron sus niveles de respiración al bajar la polución entre un 20 y 25%.
  2. El Coronavirus, de manera silenciosa, se convirtió en una verdadera y auténtica bomba de destrucción masiva, que no solo mata gente sino destruye economías. Ha resultado más poderosa en alcance que las convencionales.
  3. El reencuentro obligado de las familias en casa, llega como un mandato “divino” para revisar ese SER interior alejado de Dios. Partiendo del reconocimiento de la misión que venimos a cumplir en esta vida terrenal. Encarando los problemas con la búsqueda de soluciones prácticas, viables y justas. Darnos cuenta de lo que nos rodea. Diferenciando el mal del bien.

Nos permite el reconocimiento del amor, la fe, la esperanza, los verdaderos amigos, los padres como los auténticos tesoros para sentirnos felices en todo momento. No dejarnos atraer más por la envidia, el egoísmo, desear lo del otro y medir a nuestro semejante por lo que posee. Preocupémonos por lo que somos y tenemos. Apoyémonos en la sabiduría de nuestros padres bajo la guía espiritual de Dios.

Dios siempre ha estado de nuestro lado, nos bendice cada día, pero entendamos que él se siente glorificado con nosotros si llevamos una vida decente, solidaria, humana y cristiana.

 

Finalizo con esta frase reciente de la física Marie Curie “No hay que temer nada en la vida, solo hay que entenderla. Ahora es el momento más, para que podamos temer menos”.

 

Rene Núñez Rodríguez

 

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