En Venezuela hay una dictadura corporativa. Mafias que gobiernan todos los poderes constituidos; los cuales utilizan para sus beneficios particulares.
Al no existir controles ni límites de sus acciones han estado cometiendo asesinatos masivos, robos, privando de libertad y encarcelando indiscriminadamente a todas aquellas personas y dirigentes políticos que consideran enemigos de sus ejecutorias criminales. Contando para ello con los cuerpos de seguridad del estado y grupos paramilitares.
Tienen bajo su control y dominio los medios de comunicación social. Conculcaron los derechos de los ciudadanos; en especial, los derechos humanos (libertad, derecho a la vida y seguridad natural y jurídica).
La forma de dominar y controlar al pueblo en general es a través del miedo o terror. El régimen fomenta en el pueblo el terror a ser perseguido, torturado y asesinado si no se acatan las ordenes emanadas de la dictadura.
Un prontuario conocido por la comunidad internacional, pero sin acciones concretas para evitar más privado de libertad, más torturas, mas homicidios.
La OEA y la ONU solo se han convertido en espectadores de una tragedia única en el mundo actual, donde diariamente niños, adultos y mayores mueren por causas multifactoriales con complicidad absoluta del Estado.
Las sanciones de Estados Unidos y de la Unión Europea contra altos personeros del gobierno, las declaraciones formales y protocolares de organizaciones nacionales e internacionales, las resoluciones condenatorias de la OEA, los pronunciamientos diplomáticos de grupos de países amigos de la democracia, en nada han evitado o detenido el genocidio de un pueblo indefenso, empobrecido y humillado como el venezolano.
La esperanza de la gente comienza a esfumarse a todos los niveles. Azotados por dos pandemias juntas, la de coronavirus y la del socialismo del siglo XXI.
Entretanto, los políticos opositores continúan diciendo que el régimen tiene los días contados. Que su salida es inminente, pero nada ocurre.
Lo que si no deben perder tiempo los factores democráticos es ponerse de acuerdo en el diseño del camino de la transición de la dictadura a la democracia con trabajo ingente y un esfuerzo denodado para construir unas relaciones políticas económicas y sociales mas justas y erradicar de una vez por todas las formas de opresión e injusticia que ha prevalecido en los últimos 15 años.
Los opresores, falsamente generosos, tienen necesidad de que la situación de injusticia permanezca a fin de que su generosidad continúe” Paulo Freire.
Rene Núñez Rodríguez
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