El tema de hoy, nada fácil, por lo sensible y la comprensión política de los que resisten a los cambios. Los de la izquierda, suelen afirmar que el político profesional le quita al pueblo participación e intervención directamente en la toma de decisiones políticas públicas. El otro extremo, los de la derecha, atribuyen a la profesionalización de la política la causa de la corrupción y de los malos gobiernos. ¡Que coincidencia! ambos en desacuerdo con la profesionalización de la política y de los políticos. La oposición al mejoramiento y calidad política se observa fundamentalmente en países con mayores atrasos sociales; en especial, los hispanos.
La premisa, que la política nada tiene que ver con la herramienta gerencial, no deja de ser un derrotero político del subdesarrollo. Con planificación, control, organización, dirección y ejecución de los recursos se asegura la eficacia de cualquier administración. Se obtienen mayores y mejores resultados positivos.
De lo que se trata más bien es de la incorporación de personas capacitadas, preparadas, honradas, innovadoras, con valores y vocación de servicio y de logros. Convencidas de la democracia funcional. Con esquemas descentralizadores (poderes y entes autónomos e independientes), respetuosos y cumplidores de leyes, donde el trabajo sea el motor del desarrollo y las instituciones operan armónicamente bajo un sistema de justicia modelador de conducta con sentencias justas a quienes les asisten las razones.
El argumento que el dirigente o gobierno debe estar en manos de los pobres, ha sido el engaño vil de quienes han creado la lucha de clases como una justificación para la política y el ejercicio del poder. Los resultados son demoledores en los países que los han asumido y defendido como excusa política.
Hay estudios muy serios que identifican 5 fuentes, donde debe salir el ciudadano que entra en política: la primera, del estudio formal con una formación política concreta. La segunda, de la experiencia profesional adquirida en el trabajo, experticia técnica provechosa para hacer de la política viable y funcional. La tercera, de su popularidad como producto del trabajo social desarrollado. La cuarta, procede del legado familiar, es decir, de la pertenencia a una familia cuyos antecedentes, valores y experiencia en la vida política y ciudadana le dan al candidato confianza y seguridad; y quinta, de la posesión de recursos económicos suficiente, para afrontar los costos de entrada, básicamente de la campaña electoral.
Ahora bien, todos estos requisitos no son garantías absolutas de cumplimiento de los deberes y obligaciones de un político o gobierno. En los países más atrasados, hay ejemplos de sobra de los fracasos y tragedias causadas por algunos de ellos. La explicación es sencilla, no resistieron a las tentaciones de la política y del poder donde la cultura “mal sana” está de por medio.
El riesgo es parte de la toma de decisiones tanto en lo privado como en lo público. Por ello, los esquemas selectivos han de ser más exigentes y cuidadosos a la hora de aplicarlos.
Resumiendo, se requiere de políticos expertos, con carisma, identificados con los reclamos e intereses de la población. Tolerantes, capaces de oír a todos los sectores de una sociedad y corresponderle con una línea programática concreta y viable, comprometida en la campaña electoral. Hacedores de trabajo en equipo, con talento, experiencia, competencia y compromiso. Que rinda cuentas claras. “Que piense en la nueva generación y no en la próxima campaña electoral”: costumbre típica en la cultura política hispana; apenas alcanzan el poder, el dia siguiente planean la próxima.
Al final los ganadores, como tiene que ser, serán los ciudadanos; a quienes los dirigentes, los gobiernos y el Estado se deben. Pues tendrán mejores posibilidades reales de evaluar méritos, competencia y programas de los candidatos que se ofrecen a servirles. Con debates públicos.
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