Washington, Estados Unidos. La batalla arancelaria entre EE.UU. y la Unión Europea (UE) vivirá un nuevo capítulo este miércoles 12 de agosto, cuando el Gobierno del presidente, Donald Trump, deberá decidir si da un paso más con nuevos gravámenes a varios productos europeos, como el vino y las aceitunas.
La Oficina del Representante de Comercio Exterior (USTR, en inglés) abrió hace meses un periodo de consultas públicas acerca de la pertinencia de esta nueva medida de presión comercial, que podría suponer elevar los aranceles actuales de entre el 10 % y el 25 % al 100 %.
Entre los productos potencialmente afectados están el whisky escocés, el vino español y el francés, y aceitunas griegas y españolas.
Consultada por Efe, la oficina encabezada por Robert Lighthizer, evitó ofrecer precisiones.
El 12 de agosto se cumple el plazo para tomar una decisión acerca de mantenerlos o elevarlos.
Trump, quien ha hecho del proteccionismo uno de sus pilares políticos, tampoco se ha referido a la cuestión, aunque ha insistido en sus crítica a la UE, por considerar que se aprovecha comercialmente de EE.UU..
ARANCELES COMO ARMA POLÍTICA
Pese a la insistencia de Trump en la efectividad de los aranceles como arma comercial, los empresarios han mostrado sus recelos, especialmente en medio de la grave crisis económica que vive el país en medio de la pandemia de la COVID-19.
«En un momento en el que la industria de la hostelería está luchando por su vida, cualquier arancel adicional tendrá efectos catastróficos y agravantes en los próximos años, un golpe brutal para muchos», dijo Michelle Korsmo, la presidenta de la Asociación de Mayoristas de Vinos y Licores de EE.UU., en un comunicado reciente.
La sombra de una posible subida creció la pasada semana con el anuncio sorpresa de Trump de aplicar un arancel del 10 % al aluminio de Canadá, apenas un mes después de ratificar el nuevo tratado comercial entre EE.UU., México y Canadá.
La medida enfureció al Gobierno del primer ministro canadiense, Justin Trudeau, y avivó los tambores de guerra comercial de Washington con aliados tradicionales.
La medida es el último episodio de la disputa comercial entre la Unión Europea (UE) y EE.UU. a raíz del conflicto por los subsidios que recibió el constructor aeronáutico europeo Airbus en detrimento de su rival estadounidense Boeing.
En un esperado fallo arbitral, la Organización Mundial del Comercio (OMC) determinó en octubre pasado los efectos adversos para Boeing en relación con cinco campañas de venta de aviones que Airbus ganó entre 2011 y 2013, y que consideró que el fabricante estadounidense hubiese ganado de no haber existido subvenciones para el europeo.
Por ese motivo, la OMS dio luz verde a Estados Unidos para imponer gravámenes a productos de la UE y el Reino Unido por unos 7.500 millones de dólares.
En junio, Airbus anunció que renunciaba a las condiciones preferentes en los créditos concedidos por España y Francia para la construcción de su avión A350, que fueron considerados por la OMC como ayudas ilegales.
DESCONFIANZA TRANSATLÁNTICA
Tras la adopción de esta medida, el comisario europeo de Comercio, Phil Hogan, solicitó en julio a Washington que levantara estos aranceles «injustificados».
«La Unión Europea ha realizado propuestas específicas para alcanzar un acuerdo negociado en las prolongadas disputas transatlánticas de fabricantes de aviones civiles y sigue abierta a trabajar con EE.UU. para alcanzar una solución justa y equilibrada», apuntó Hogan.
La UE y EE.UU son aliados tradicionales, pero desde la llegada de Trump a la Casa Blanca en enero de 2017 se ha quebrado la confianza mutua y tanto Washington como Bruselas ven con recelo las acciones del otro lado del océano Atlántico.
EFE noticias
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