PELICULA HAMBRE
Escena del filme venezolano "Hambre". Foto: Cortesía/Vannel Productions

La crisis social y económica en Venezuela y una historia familiar se narran en un ciclo de cine que busca conectar con la diáspora venezolana, en un momento difícil para el sector en el país sudamericano, que percibe un deterioro desde que Nicolás Maduro asumió la presidencia a comienzos de 2025.

Así lo aprecia Joanna Nelson, la joven directora de ‘Hambre’, una de las dos películas que se emitirán el 14 y 15 junio en Barcelona y el 28 de ese mismo mes en Madrid como parte de un ciclo dirigido a «los venezolanos en el extranjero que quieren conectar con ciertas historias».

En una entrevista con EFE, la cineasta venezolana asegura que su película no se podrá emitir en las salas de cine de su país «por la situación con la libertad de expresión». «Hemos vivido momentos de mucho miedo», añade.

Nelson explica que su película no obtuvo el permiso del Gobierno venezolano para poder proyectarse en las salas de cine de su país. Aun así no se rindió y ha conseguido contar la que pasa en Venezuela fuera de su país, a los venezolanos en el extranjero que «añoran conectar con sus historias».

Completa el ciclo ‘Vuelve a la Vida’, el filme de los hermanos Alfredo y Luis Carlos Hueck que representó oficialmente a Venezuela en la carrera por los Premios Oscar 2025.

Historias difíciles de contar

La cineasta lamenta la reciente cancelación del Festival de Cine Venezolano, que se celebra en su país desde hace más de veinte años, según dice, por «las temáticas de distintos proyectos que se estaban mostrando», aunque aclara que «eso nunca se va a admitir a luz pública».

Cree que situaciones como esta generan miedo entre los distribuidores en Venezuela, que prefieren no mostrar historias que mencionen el tema de la crisis que atraviesa el país.

Preguntada por la posibilidad de sufrir represalias en Venezuela cuando regrese de mostrar su película en el exterior, se reafirma en que no está haciendo nada malo. «Yo solo hice una película que relata la difícil decisión de los jóvenes sobre si abandonar su país o quedarse», explica.

 «Ojalá no hubiera tenido que hacer esta película», incide apenada.

De hecho, asegura que los visionados que ha organizado en España «no son un evento político», sino que consisten en «una terapia para aquellos que vienen a la sala». «Siempre hay alguien que quiebra en llanto, es como una catarsis y la verdad es que no lo quiero politizar», añade.

«Trae un amigo español»

Nelson espera poder llevar el ciclo, que se estrena en España, a otros países como Argentina o Ecuador, desde donde les han escrito comunidades de venezolanos interesadas en ver las dos películas.

«Las redes sociales han abierto un mundo nuevo para conectar con audiencias», detalla, por lo que no descartan proyectar los filmes en otras ciudades españolas además de Madrid y Barcelona si la iniciativa tiene buena acogida.

«Queremos que se llenen las salas para poder abrir más funciones», dice, apuntando a la posibilidad que brindan las redes sociales para llegar a todos los venezolanos «que están regados por el mundo».

Aunque el ciclo está enfocado hacia la diáspora venezolana, han puesto en marcha la campaña «Trae a un amigo español», para que los asistentes acudan acompañados de amigos con los que compartir la historia de su país.

Subraya la importancia que tiene que las personas de los países donde se emiten las películas también vayan a verlas para así sensibilizar sobre la migración «a nivel mundial» porque, según la cineasta, «vivimos momentos de crisis con lo que está pasando en Estados Unidos con los venezolanos».

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