Juruena, Brasil. “Quien ve la castaña aquí en sacos cree que es fácil, pero allá en la selva es sufrimiento. Tienes que ir a buscar, cortar, juntar, traer para la aldea, lavar, secar, colocar en los sacos. Por eso, mi pueblo dice así: valora nuestro trabajo”, cuenta Waratan, líder Zoró.

Alimento tradicional de los Zoró, la castaña de Brasil se consolidó en los últimos años como una forma de unir la generación de renta y la preservación del bosque -en el caso de los Zoró, un territorio de 356 mil hectáreas al noroeste de Mato Grosso-.

Cuando habla de valorar el trabajo, Waratan, alude también al comercio justo, que no siempre ocurre en la cadena productiva de la castaña, tradicionalmente marcada por la figura de los “atravesadores”, esto es, mediadores entre productores y consumidores.

Fue en este contexto que surgió la colaboración con la  Cooperativa de los Agricultores del “Vale do Amanhecer” (Coopavam), la cual tiene como sede un asentamiento de la reforma agraria en Juruena, en plena Amazonía. La iniciativa se tornó referencia en el modelo de negocio social con base en productos forestales no madereros.

 

El poder cooperativista

 

La Coopavam integra la participación de agricultores familiares, cuatro Tierras Indígenas y seis etnias de la región, entre ellas, los Zoró. Además de pagar un precio adecuado por la castaña y apoyar con la logística, la cooperativa garantiza el transcurso de la producción a través de contratos justos y transparentes.

“Tener esas personas como compañeros es una seguridad para nosotros porque, para atender al mercado, dependemos de los pueblos del bosque”, explica Luzirene Lustosa, presidente de la cooperativa, que hace 11 años actúa en el proceso de beneficiado de la castaña.

Sumando toda la red de proveedores, la Coopavam comercializa, por año, cerca de 400 toneladas de castaña de Brasil y tiene la expectativa de llegar a 700 toneladas en el futuro.

La colaboración entre la Coopavam y los Zoró fue firmada en el 2018, pero los indígenas ya estaban comercializando la castaña de Brasil desde 2000 por medio de la Asociación del Pueblo Indígena Zoró (Apiz). “La venta de la castaña es importantísima”, asegura Fabio Zoró, director-secretario de la Apiz.

Desde 2018, la Coordinación Técnica Local de la Funai, en Rondolândia, apoya la articulación de los Zoró con la Coopavam, “por entender que la gestión del territorio es una de las principales formas de protegerlo”, afirman.

 

Detección de invasores

 

Para los Zoró, colaboraciones como la de la Coopavam han sido un diferencial para las aldeas en un contexto marcado por presiones y amenazas al territorio por parte de los madereros y mineros.

Durante el trayecto a pie y de barco por el bosque hasta los castañales – que pueden estar a 15 kilómetros de la aldea -, los Zoró aprovechan para monitorear la posible presencia de invasores. “Todo el tiempo que mi pueblo trabaja con la castaña, ha estado protegiendo esta área”, explica Waratan Zoró.

Al mismo tiempo, según la Funai, la articulación de los indígenas con la cooperativa estimuló la búsqueda de actividades de generación de renta sustentable.

En 2019, apenas cinco de las 23 aldeas más pobladas estaban directamente relacionadas con actividades ilegales, antes todas estaban relacionadas a ilícitos. En octubre de aquel año, los líderes determinaron retirar todos los madereros ilegales; en diciembre, apenas una aldea localizada en una región aislada estaba relacionada con el robo de madera.

La Tierra Indígena Zoró hace parte de un Corredor Etnoambiental Tupi-Mondé, un complejo de 3,5 millones de hectáreas formado por siete Tierras Indígenas contiguas, entre Mato Grosso y Rondônia. En solo diez años, la deforestación prácticamente se duplicó en el Corredor, pasó de 512 hectáreas en 2010 para poco más de mil hectáreas en 2020. Apenas em 2021, entre enero y agosto, 344,7 hectáreas fueron deforestadas.

El avance de la explotación agropecuaria, de la minería y del robo de madera ilegal presiona la integridad territorial de los cinco pueblos indígenas que viven allí: Suruí, Cinta Larga, Gavião, Arara y Zoró.

La tasa de deforestación alrededor de las Tierras Indígenas es cuatro veces mayor de la detectada al interior del Corredor: 4.4 mil hectáreas de bosque fueron derribadas en 2020, considerando una línea de 10 kilómetros a partir del límite de las áreas protegidas.

Entre 2018 y 2019, 16,6 mil hectáreas fueron explotadas para el robo de madera en las Tierras Indígenas matogrossenses, un aumento de 139% en relación al bienio anterior. En la Tierra Indígena Zoró, más de 3.8 mil hectáreas fueron explotadas para fines madereros entre 2016 y 2020. Los datos son del Instituto Centro y Vida (ICV).

 

El impacto ilegal

 

Los Zoró alertan que la deforestación puede impactar pueblos que viven en aislamiento voluntario en la región. Al inicio de agosto pasado, denunciaron la presencia de indígenas aislados en la aldea Duabyrej. Se cree que sean Piripkura, pueblo con solamente dos individuos que viven en la Tierra Indígena del mismo nombre en Mato Grosso, a algunos kilómetros al norte. Los Zoró habían comunicado una situación parecida en noviembre de 2020.

“La sensación de impunidad es muy grande. Quién está interesado en la deforestación ilegal, en la explotación de la madera ilegal y en la minería ilegal, no hace cuarentena”, comenta Vinicius Silgueiro, coordinador del Núcleo de Inteligencia Territorial del ICV, refiriéndose al brote de covid-19.

Con el avance de la pandemia, el debilitamiento de las acciones de fiscalización y la repercusión de discursos contrarios a la protección de las Tierras Indígenas, el robo de madera aumentó a mediados de 2020 en el territorio de los Zoró.

Una fuente que no quiere ser revelada cuenta que en mayo de este 2021 fueron vistos camiones cargados de troncos que venían de las regiones centrales de la Tierra Indígena. Se estima que cerca de 15 aldeas están relacionadas, directa e indirectamente, con la extracción ilegal de madera.

A pesar de los números, las ganancias obtenidas hasta el actual momento con la cadena productiva de la castaña, para la preservación del bosque, son significativas y el fortalecimiento de la actividad sigue siendo fundamental para indígenas e integrantes de la Cooperativa.

“La pandemia tuvo impactos enormes. Sabemos que la castaña tiene un papel importante en ayudar a la protección del territorio de los Zoró en la Amazonía. Es una colaboración que está comenzando y fortaleciéndose cada vez más, esperamos que ahora cada vez más aldeas desistan de las actividades ilícitas y vean que la castaña es un buen negocio que mantiene el bosque en pie”, afirma Luzirene.

Este reportaje hace parte de la redifusión acordada bajo la alianza estratégica establecida entre Amazon Rainforest Journalism Fund del Centro Pulitzer y la Agencia Efe, publicado originalmente por Mongabay.

 

EFE noticias

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