Un equipo internacional descubrió hace tres años una supertierra en la zona habitable -la distancia adecuada para que pueda existir agua líquida- de una pequeña estrella llamada LHS 1140, situada a tan solo 40 años luz de distancia. Este mundo extrasolar rocoso como el nuestro pero algo más grande fue considerado entonces uno de los más prometedores para albergar vida, si no el que más.

El planeta, bautizado LHS 1140b, se encuentra en Cetus, una constelación que es visible desde el hemisferio sur. Ahora, investigadores liderados por el Centro de Astrobiología (CAB, INTA-CSIC) han estudiado en detalle el sistema al que pertenece y han llegado a interesantes conclusiones. Sus resultados sugieren que este mundo puede estar cubierto por un gran

 océano de agua líquida.

El estudio, publicado en la revista «Astronomy & Astrophysics», confirma la existencia de LHS 1140b y de otro mundo compañero, LHS 1140c, y sugiere la presencia de dos más. Todos girarían alrededor de una enana roja cinco veces más pequeña que el Sol. Esto hace que LHS 1140b reciba la mitad de la luz solar que nosotros a pesar de orbitar su estrella a una distancia diez veces menor que la Tierra del Sol, algo que le lleva tan solo 24,7 días.

Más agua que en la Tierra

Los investigadores han utilizado los datos obtenidos con el instrumento de última generación ESPRESSO, instalado en el Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo Austral (ESO) en Chile y con el observatorio espacial TESS de la NASA. De esta forma, han podido precisar que LHS 1140b tiene 6,5 masas y 1,7 radios terrestres. Esto ha permitido calcular no solo su densidad (exactamente igual que la de la Tierra), sino también caracterizar su composición interna, es decir, la distribución del núcleo, manto y corteza, así como la cantidad de agua líquida que pueden tener.

De esta forma, los cálculos apuntan a que la superficie de LHS 1140b está cubierta por un océano de agua líquida. Según Jorge Lillo-Box, investigador del CAB y autor principal del estudio, el núcleo de este mundo constituye la mitad de su masa (en la Tierra, el núcleo representa un tercio). Por encima tiene un manto que cubre otro 47% de la masa. Y sus modelos indican que el 4% restante es agua por encima de su corteza, entre 5 y 80 veces más que en la Tierra. «Lo más probable es que el planeta esté bañado por un océano de agua, probablemente en estado líquido, o quizás con casquetes polares helados como la Tierra. Pero necesitaremos más observaciones e instrumentación más avanzada para poder entender bien la composición y estructura del planeta», señala el investigador a este periódico.

Búsqueda de vida

Lillo-Box cree que este planeta, por sus condiciones, sería un buen candidato para la búsqueda de marcadores de vida. «Sin embargo, ya hemos visto lo complejo que es determinar si un compuesto, una molécula, es realmente un biomarcador o si puede producirse por procesos no biológicos», explica en referencia a los casos de la detección de metano en Marte o de fosfina en Venus. «Si no hemos sido capaces de esclarecer este hecho en el Sistema Solar, que es nuestro mejor laboratorio, detectar biomarcadores en planetas extrasolares y asegurar que sólo pueden provenir de actividad biológica, es mucho más complicado», asegura.

En este sentido, el investigador espera que el futuro telescopio espacial James Webb de la NASA y la ESA, cuyo lanzamiento está previsto en 2021, nos ayude a comprender la composición de atmósferas de planetas más similares a nuestra Tierra, «aunque no será hasta la siguiente generación de misiones espaciales que podamos escudriñar atmósferas de planetas más pequeños». Según Lillo-Box, LHS1140 «será un objetivo prioritario en los próximos años, desde luego. Su cercanía a la estrella y el hecho de que su órbita esté alineada con nuestra línea de visión y por tanto transite, nos permite utilizar técnicas de observación para estudiar su atmósfera».

Un tercer mundo y un troyano

Los astrónomos también han podido caracterizar mejor al segundo planeta conocido, LHS1140 c. Más cercano y con un período mucho más corto, gira alrededor de su estrella cada 3,8 días y es más pequeño y menos masivo que su compañero en zona habitable. Tiene muy poca agua, lo cual es de esperar por su cercanía a la estrella. Además, los datos indican la posibilidad de que este mundo tenga un compañero orbital, lo que conocemos como troyano, que orbita con el mismo periodo aunque ligeramente separado del planeta principal. Se trata de uno de los primeros candidatos a exotroyano descubierto hasta ahora, pero hace falta un estudio más detallado y observaciones adicionales para confirmar este escenario tan exótico. Precisamente, Lillo-Box lidera el proyecto TROY para la detección de esos primeros exotroyanos.

El equipo también detectó una tercera señal de un planeta desconocido hasta ahora, más alejado y con un periodo de unos 79 días. «Hemos podido determinar que tiene cinco veces la masa terrestre, pero no hemos podido detectar su tránsito por el momento así que no conocemos su tamaño y por tanto su composición», dice el investigador. Aunque igualmente hacen falta más observaciones para confirmar su existencia, «es muy interesante porque también podría estar en los límites exteriores de la zona de habitabilidad».

Agencias

¡Síguenos en nuestras redes sociales y descargar la app!

Facebook X Instagram WhatsApp Telegram Google Play Store