La Navidad es una época de alegría, celebración y generosidad, pero también de consumo, gasto y estrés. Cada año, las personas se enfrentan al dilema de qué regalar a sus seres queridos, buscando algo que les guste, les sirva y les haga ilusión.
Sin embargo, en Venezuela, este dilema se agrava por la situación económica que vive el país.
Comprar regalos se ha convertido en una tarea casi imposible para muchos venezolanos, que ven cómo los precios de los productos se disparan y los salarios se devalúan. Por ello, la pregunta de ¿qué regalar? Genera mucha incertidumbre.
De acuerdo a diversas fuentes, «las navidades ya no son iguales a las de hace muchos años, cuando podían permitirse regalar presentes costosos como electrodomésticos, ropa, juguetes o perfumes».
Ahora, muchos tienen que conformarse con lo básico, como alimentos, medicinas o artículos de higiene, o incluso con nada.
Pérdida de valores en el mundo
Pero no solo en Venezuela se vive esta realidad. En el mundo entero, la Navidad se ha convertido en una fiesta comercial, donde prima el materialismo, consumismo e individualismo.
Se ha perdido el sentido original de la Navidad, que es el de conmemorar el nacimiento de Jesús, el hijo de Dios, que vino al mundo para traer amor, paz y esperanza. Se ha olvidado el verdadero espíritu navideño, que es el de compartir, agradecer y perdonar.
El mundo está sumido en una crisis de valores, donde abundan la violencia, la injusticia, la desigualdad y la indiferencia.
Se necesita más que nunca recuperar los valores que hacen humanos, que unen y dignifican. Se necesita regalar algo que no se compra ni se vende, que no se mide ni se pesa, que no se gasta ni se acaba.
Una opción ideal
Los regalos inmateriales son aquellos que no se compran ni se envuelven, sino que se viven, se disfrutan y se recuerdan.
Son experiencias, emociones, sentimientos, gestos, que pueden hacer feliz a alguien sin gastar mucho dinero ni recursos. Algunos ejemplos de regalos inmateriales son:
- Una carta o una tarjeta hecha a mano, expresando lo que se siente por esa persona y lo que se desea para ella.
- Una llamada o una videollamada, para compartir un rato de conversación, risas y recuerdos con alguien que está lejos.
- Un abrazo o un beso, para demostrar el afecto y el apoyo a alguien que lo necesita.
- Un paseo o una excursión, para disfrutar de la naturaleza, el aire libre y la compañía de alguien especial.
- Un masaje o un spa casero, para relajar y mimar a alguien que está estresado o cansado.
- Un curso o una clase, para aprender algo nuevo, divertirse y desarrollar una habilidad o un hobby.
- Un voluntariado o una donación, para ayudar a una causa social, ambiental o humanitaria que se importe.
- Un libro, una película o una canción, para compartir una historia, un mensaje o una emoción que se haya marcado.
- Un juego o una actividad, para pasar un rato divertido, creativo y lúdico con alguien que se haga reír.
- Un desafío o una aventura, para salir de la rutina, vivir una experiencia única y superar los miedos.
Estos son solo algunos ejemplos, pero hay muchos más.
Lo importante es que se elija el regalo inmaterial que mejor se adapte a la persona que se quiere sorprender, y que se haga con sinceridad, generosidad y cariño.
Así, se estará regalando algo que no tiene precio, que no se rompe ni se pierde, que no contamina ni desperdicia, que no se olvida ni se cambia: se estará regalando un pedacito de sí mismo.
Un regalo para muchas más personas
Y si se quiere ir más allá, se puede regalar algo que no solo beneficie a una persona, sino a muchas más.
Se puede regalar algo que el mundo necesita más que nunca: paz, empatía, respeto, tolerancia, humildad y muchos otros más valores.
Obsequia el compromiso con la convivencia, la tolerancia y la solidaridad. La voz, el voto y la acción por un cambio positivo. El ejemplo, la inspiración y la esperanza por un futuro mejor.
Esta Navidad se puede regalar inmaterial. Se puede regalar amor.
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