Ciudad Guayana.- Es una realidad en este país que, lo poco que pueda cobrar una persona, lo use para tratar de suplir su alimentación diaria. A raíz de la baja de desempleo, muchos se han dedicado a la recolección de chatarra para generar un ingreso inmediato.

Jesús Alcalá, mecánico de profesión, de 50 años de edad, vive en El Porvenir, caserío ubicado al final de Las Amazonas, parroquia Unare, comenta que su único ingreso «fijo» es cuando va a vender hierro o aluminio.

«Esto que estás viendo, son hierros viejos de los que tengo guardados en mi casa por mi trabajo, y esto es de mi hijo, de los aires de su casa, que se han dañado por la ida y venida continua de la luz», afirmó mientras señalaba la carretilla que tenía consigo.

Alcalá se levanta  muy temprano todas las mañana, toma su carretilla y emprende camino. «Esto no es fácil, los brazos y las manos ya las tengo cansadas, eso es pata y sol todos los días. Tú no me lo estás preguntando, pero desde ayer no comemos». 

«Esto uno lo hace para medio comer, porque aquí ya no hay empleo, la bolsa del Clap (Comités Locales de Abastecimiento y Producción)  ya no viene, que con eso medio resolvíamos. De alguna forma hay que darle comida a los muchachos, porque si no, se nos mueren de hambre», sentenció.

Enrique Coraspe de 25 años de edad, junto a su familia, llevan más de 4 años en el negocio de la chatarra. «Nosotros somos una recuperadora, nos encargamos de recuperar el material, clasificarlo y despacharlo. Trabajamos en conjunto con otras recuperadoras de la familia, que están en San Félix y la 321», explicó. 

Coraspe asegura que su familia lleva 30 años con la venta de chatarra y  siempre ha sido fluido el negocio, sin embargo, con la crisis y la pandemia, existe un incremento relevante.

«Siempre ha sido fluido, pero sí, vamos a estar claros que de un tiempo para acá, las personas están agarrando esta nueva profesión como medio para sobrevivir el día a día», afirmó. 

 

Montaña de chatarra en una recuperadora de la zona 321

Por su parte, Ángel Antoima, desde hace nueve años, se dirige todas las mañanas a los terrenos baldíos aledaños a la redoma La Piña, en Puerto Ordaz,  para esperar a que llegue cualquier camión que bote cualquier «desperdicio útil». 

La búsqueda principal de Antoima, es el hierro,  que es el «mejor pagado». «El aluminio está barato ahorita, te lo pagan en 200 mil bs y el hierro 300 mil bs el kilo», explicó. Cuando logra recaudar las piezas, las monta en su carreta, las lleva a Vista Al Sol, San Félix para la venta, y luego se va a su casa en Cambalache. Es una rutina constante, de lunes a lunes. 

Es importante que las chatarrerías velen por requerir la información oportuna para saber la procedencia del material que están comprando. Muchas personas llevan hierros viejos de sus casas, o los  recogen de los vertederos de basura.

Sin embargo, están aquellos dedicados a desmantelar locales deshabitados o tomarlos de la ciudad, lo que ha resultado en una ola de robos de todo el material ferroso que se encuentre en el camino de estos individuos. 

 

(Realizaremos la segunda parte de este trabajo).

 

Victoria Muñoz

 

Chatarra que tienen valor monetario

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