Las Rozas/Madrid, España. Luis Enrique Martínez reconoció en el acto de regreso al cargo de seleccionador nacional que vivía un día «muy especial» en su vuelta y aseguró que su excolaborador y predecesor en el cargo, Robert Moreno, fue «desleal» con él y mostró una «ambición desmedida».

En una conferencia de prensa en el salón Luis Aragonés de la Ciudad del Fútbol de la RFEF, junto a Luis Rubiales y José Francisco Molina, presidente y director deportivo, Luis Enrique, que tuvo que abandonar el cargo de seleccionador por la enfermedad -y posterior fallecimiento- de su hija Xana, dio su versión sobre los hechos que provocaron la salida de Robert Moreno y su retorno al equipo nacional.

«Es un día muy especial para mí y para mi familia porque vuelvo a casa, a la selección y a terminar un proyecto», declaró en el inicio de una comparecencia con un comienzo de tensión que posteriormente fue rebajando un Luis Enrique sonriente, bromista y que mostró muchas ganas de volver a ser entrenador.

Con traje gris y corbata negra, el único de los protagonistas que la lució en el acto. Con más canas de las que se fue y más delgado «gracias al deporte» que le ha servido con válvula de escape para la situación personal más difícil de su vida, reapareció en la escena pública Luis Enrique sintiendo la obligación de aportar luz a la salida de Robert Moreno de la Federación.

«El único responsable de que Robert Moreno no esté en mi staff soy yo, no el presidente ni el director deportivo. El desencuentro acontece el 12 de septiembre, el único día que tengo contacto con él. Me llama, tengo una reunión en mi casa de treinta minutos, percibo que quiere hacer la Eurocopa y después que si quiero sería mi segundo entrenador. No es una sorpresa. Lo veía venir por los no acontecimientos de las últimas semanas», confesó.

«Entiendo que ser seleccionador es la ilusión de su vida, ha trabajado mucho para llegar a ese momento, es ambicioso pero para mí es desleal. Yo jamás lo haría y no quiero a nadie con esas características en mi staff. La ambición desmedida no es una virtud. Entiendo su posición pero jamás la comparto, por eso tomo esa decisión y le comunico que no le veo nunca más como segundo y que estoy fuerte, que tengo ganas de volver a trabajar pero no sé cuándo lo haré porque no sé si recibiré ofertas», añadió.

Desde ese momento y con las relaciones rotas entre Luis Enrique y el que fue su segundo durante nueve años, el técnico asturiano llamó al cuerpo técnico que aún seguía en la selección para informarles y aseguró que nunca se ofreció a la Federación «pese a escuchar que tenía las puertas abiertas».

«Nunca he llamado a Rubiales ni Molina, ni he dejado a terceras personas llamar en mi nombre. Me he mantenido al margen viendo mucho fútbol y ciclismo, intentando estar con mi familia. A finales de octubre tengo una reunión en Zaragoza con el presidente y Molina, me muestran interés para volver y expongo mi punto de vista. Me siento responsable y no estoy orgulloso del modo en el que ha acabado esta historia. No me gusta ver sufrir a personas ni dar explicaciones».

«Espero ser acreedor de la confianza», admitió tras firmar esta mañana el contrato que le une de nuevo a la Federación por tres años y con opción de extenderlo.

«Por mi experiencia no soy amigo de firmar contratos largos, con los cortos te vas cuando no están contentos contigo y no supone un dispendio grande. Estoy contento de firmar tres años hasta el Mundial para cerrar el ciclo y si puedo seguiré. Si no están contentos no seré un problema», explicó.

El cuerpo técnico de la absoluta se mantendrá y con la salida de Robert Moreno será Jesús Casas el que ocupe el puesto de segundo técnico, la incorporación de Aitor Unzue como tercero y los habituales Rafel Pol de preparador físico y Joaquín Valdés como psicólogo.

EFE

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