Si a un guayanés le preguntan de dónde son las cucas, como se les dice en el estado Bolívar, seguramente responderá que de Upata, porque en la memoria cultural guayanesa el referente es aquel poblado del sur; y si le preguntan con qué se comen, es probable que diga que con queso guayanés.
Esto se los refiero porque las respuestas vendrán de la esquina cultural en la que se sitúe el entrevistado, pues sus respuestas estarán siempre matizadas por sus conocimientos y experiencias.
No obstante, si estas mismas preguntas se la hacen a un merideño, las respuestas serán otras. Por ejemplo, quizás no sepa qué son las cucas, porque, tal como lo refiere el Diccionario de andinismos (1969), la palabra cuca entró en desuso privilegiándose el término paledonia debido al significado vulgar de cuca al relacionarse con la vagina o vulva.
Igualmente, puede ser que diga que la comerán sola o con queso ahumado, con dulce de batata o mermelada de guayaba y quizá la acompañen con jugo (guarapo) de caña o guarapo de café endulzado con papelón y con trocitos de queso ahumado, que moverán en una especie de ritual hasta que se derrita casi todo.
Por supuesto, lo anterior son ejemplos que quizá no se adapten 100% a la realidad, pero forman parte de lo que personalmente he constatado en ambos estados venezolanos.
Es preciso señalar que, además de nombres diferentes, las cucas también lo son en distintos estados del país. Digamos que hay cucas para todo gusto.
Según Rafael Cartay, en su Diccionario de Alimentación y Gastronomía en Venezuela, la catalina (ese es el nombre que emplea): “Es una especie de galleta redonda y dulce de color pardusco tostado, preparada con harina de trigo, papelón, anís, bicarbonato de sodio, clavo de olor, ron y canela”.
En otra entrada, el mismo diccionario nos presenta otra versión y es la cuca pargueta e indica que en “Margarita es una galleta dulce, delgada y de forma circular, semejante a la catalina o cuca, hecha de harina de trigo ligeramente endulzada y sazonada con una pizca de jengibre”. Como sinónimo de esta preparación señala la cuca parguete o cuque parguete.
Para Cartay, la catalina y la cuca pargueta son “familias”, parecidas, primas hermanas, pero no iguales. Por su parte, Alexis Félix Gómez -en Historia y antología de la cocina margariteña– nos dice que a la cuca también se le conoce como “cuca de soda” e indica que: “Además de harina de trigo, lleva papelón y bicarbonato de sodio”. Pero es enfático al afirmar que “No lleva ni huevo, ni grasa, ni aliños”.
Es decir, no lleva ni jengibre, ni anís dulce, ni canela, ni clavo, ni ninguna especie que entran en la categoría margariteña como “aliños”. Sin embargo, coincide con Cartay respecto a la cuca pargueta, e indica que al melado de papelón se le agrega jengibre. Añade que son “discos bien delgados, bien tostados y crujientes” y que cuando se le da forma alargada con los bordes aserrados se le llama serrucho.
En cuanto al origen de la cuca, paledonia, catalina o como quiera llamarla, no parece tener un lugar de nacimiento que reclame su origen, aunque quienes investigamos sabemos que eso puede cambiar en el momento en el que aparezca un registro histórico que refute lo hasta ahora conocido.
Por lo que dice Juan J. Ramírez en su Diccionario Folklórico Ilustrado -referido por Francisco Javier Pérez (2012) en su Diccionario Histórico del Español en Venezuela-, la cuca nace en la Colonia y era común verla en los mercados de la vieja Caracas. El autor afirma que «era común ver a rollizas morenas de ascendencia africana, vendiendo las cucas que se disputaban con los majaretes, las polvorosas, los suspiros, el pan de horno, los gofios, el juan sabroso y la torta bejarana».
Según el ya referido Diccionario de Francisco Javier Pérez, la palabra «cuca» fue documentada por primera vez a finales del siglo XIX como «una galleta dulce de color marrón redonda y de bordes ondulados», pero a comienzos del siglo XX dicha palabra hace referencia al órgano sexual femenino y la «carga tabú» hizo que se cambiara la forma eufemística a catalina.
En el rastreo histórico de la cuca he logrado conseguir un poema titulado “Las Cucas”, publicado en el periódico merideño Patria (1925), citado por Rafael Cartay en La mesa de la meseta. Historias gastronómicas de Mérida, firmado por Taparita, ys:
Tienen forma de sapos
Y suelen engullirse con guarapo.
La cuca es pan del pobre
Y de la aristocracia,
Pero no me hace gracia
Gastar en ella ni siquiera un cobre.
Las odio aunque me digan mojigato
Por razones de peso:
Porque son hechas con bicarbonato
Y no me gusta eso;
Porque la cuca es pan que no sustenta
En resumen, la cuca guayanesa no es la cuca andina aliñada, sino como la cuca de soda de los margariteños. Como dulce nace a mediados del 1600 (sin fecha exacta), pero el vocablo es documentado por primera vez a finales de 1800 y a comienzos del 1900 se comienzan a emplear términos sinónimos porque se homologa verbalmente con la vulva. ¡Vayan a saber por qué…!
Autora: Carmen Z. Rodríguez
¡Síguenos en nuestras redes sociales y descargar la app!