Miami.- El canadiense Kaveh Nabatian narra con rituales de santería, música y danzas afrocubanas «la lucha personal y cultural» de las razas que él mismo ha experimentado como hijo de un iraní y una estadounidense en su primer largometraje, «Sin La Habana», que estrena este domingo el Festival de Cine de Miami.
Con un padre que «sufrió mucho por el racismo» y una madre que no tuvo que padecerlo, Nabatian dice en entrevista con Efe que creció en un ambiente «interesante» de mezclas.
«No soy realmente iraní, no soy realmente canadiense, no soy realmente estadounidense», expresa el cineasta nacido en Otawa (Canadá).
El también músico y trompetista, que ha dirigido documentales, cortos y vídeos musicales en Haití, Cuba, India y Canadá, entre otras naciones, dice que se siente como un inmigrante y por eso le gusta explorar cómo los unos ven a los otros.
«Siempre me interesan las historias sobre inmigración, y luego en términos de raza. Veo toda la película y en cierto modo se trata de cómo ves a alguien, ya sabes, y eso es el racismo», subraya.
Para el canadiense, que desde 2005 comenzó a trabajar en la película, escrita en colaboración con el poeta y leyenda cubana del hip hop Pablo Herrera Veitía, Cuba tampoco escapa al racismo.
Precisa que por lo general se habla del racismo de los blancos, pero no de cómo funciona en Cuba, que es «diferente» a como lo hace en Canadá o la forma como la comunidad iraní discrimina a los cubanos, «porque tampoco escuchas mucho sobre eso».
De Cuba, que visitó por primera vez en 2005, Nabatian dice que tenía una «imagen muy romántica» de música en las calles, las playas y bailes, algo «que es verdad», pero «también es un país muy complicado debido a su historia».
Afrocubanos atrapados
Sin entrar en enredos políticos, el canadiense expone en la película el deseo de una pareja de cubanos de huir de la isla y las complejas relaciones que tienen con los turistas.
«No sabes qué parte de la amistad se trata de alguien que intenta usarte (para salir de Cuba) y cuánto estás tratando de usarlos por su exotismo», dice.
En algunos casos, matiza, es turismo sexual y en otros «la idea de querer tener una aventura con un cubano o una cubana y tener esa historia que contar».
«Estaba realmente interesado en la forma en que las personas se unen entre sí, pero también de la manera en que las emociones reales pueden filtrarse», detalla.
«No es tan blanco y negro. ¿Cuáles son los matices entre un amor puro y la transacción?», se pregunta.
Además de una «fuerte historia», el cineasta cuenta que no quería desperdiciar la santería en Cuba para entrar en «mundos paralelos» de la historia y la vida interior de los personajes, con la danza como un elemento «poderoso» de comunicación.
«Sin La Habana» está protagonizada por el cubano Yonah Acosta, que ha seguido los pasos de su tío, el famoso bailarín Carlos Acosta, que llegó a ser el primer Romeo de raza negra del Royal Ballet de Londres.
«Quería traer esos elementos como el afrocubano, sus bailes y sus colores a la película», expresa Nabatian, que también ha compuesto la banda sonora de varias películas.
El sentimiento de Miami
El trompetista de la Bell Orchestra, ganadora del más prestigioso premio musical de Canadá, el Juno (2010), resalta que el ritual es «una parte muy importante de un estilo de vida» en la isla caribeña.
Por eso quiso mostrarlo, como también lo hizo con el judaísmo de uno de los personajes de esta película rodada entre la cálida capital cubana y la gélida Montreal (Canadá).
El cineasta, que ahora vive entre Nueva York y Montreal y que «extraña mucho la cultura latina», cuenta que Herrera, quien es un «cura de la santería», fue además su guía de la cultura afrocubana.
Nabatian, que además tuvo a su cargo gran parte de la música, en que incluso incorporó a la juventud cubana, con algunos sonidos de reguetón, explica que está «emocionado» de poder conocer al público de Miami y que espera que su filme «resuene con la gente y provoque alguna discusión».
«Para ser honesto, no sé mucho sobre Miami. Sé que la diáspora cubana es un bloque muy político y fuerte allí, y realmente tengo mucha curiosidad por ver cómo reaccionarán porque todos allí se fueron de Cuba en algún momento», señala.
«Estoy seguro que tienen fuertes opiniones y sentimientos sobre irse y sobre Cuba», dice.
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