Ya nadie saluda, por tanto, con eso de «Buen camino», la alentadora frase que puso título a un documental, el de la cineasta Lydia B. Smith. Una producción de 84 minutos de duración en la que aporta una mirada introspectiva y plural sobre la que es, al menos a sus ojos y a los de los seis protagonistas reales, una aventura de superación, camaradería, hospitalidad y de mucho sentido del humor.
La Federación de Asociaciones de Amigos del Camino defendió desde el inicio de la crisis actual las consignas de «Peregrino, no es el momento», «El Camino puede esperar» y «Me quedo en casa», hiladas con un texto en su web en el que apelaban a la sensatez y, por ende, a «apaciguar las ansias» hasta que todo retorne a la normalidad y se levante el aislamiento social; un confinamiento que es obligatorio acatar.
Hubo medidas especiales tras el real decreto, pues la Xunta habilitó las instalaciones del Monte del Gozo para aquellos que se hubiesen quedado bloqueados, en la parte final, hasta que encontrasen una solución que les permitiese volver a sus domicilios. Pero nadie llegó a recurrir a esta vía. No fue preciso.
Las flechas amarillas, uno de los símbolos más internacionales de esta histórica ruta de peregrinación, a la sazón la más antigua, concurrida y celebrada del viejo continente, ya no guían a nadie. No hay romeros que porten las vieiras, o conchas, ni las mochilas, ya sea a pie, en bicicleta o a caballo. En la llegada, tampoco están los flashes que captan la magia de calcar con los castigados pies el destino anhelado.
Las instantáneas son muy diferentes, de las que queman la retina. Captan el vacío. Y es difícil digerir que una tradición secular se haya esfumado de repente, aunque temporalmente, en un ejercicio de responsabilidad cívica.
También parecen haberse difuminado el Botafumeiro, el enorme incensario, y la tumba del Apóstol, dado que, aunque siguen donde siempre, permanecen en el templo sellado.
La duda más frecuente ahora entre aquellos que desean emprender de cero o retomar esta hazaña, como reflejan las redes sociales, es hoy: «¿En los albergues, ahora sin funcionamiento, habrá algunos cambios?». La corriente mayoritaria considera que sí, en el sentido de promover un mayor grado de intimidad, en lugar de tener tantas camas por recámara. Algo que no es incompatible con mantener una vida «comunitaria» durante el día, dilucidan.
En la víspera del Xacobeo, el primero en más de una década, pues el anterior fue en 2010, este es el insólito panorama.
El Xacobeo 2021, antes de la pandemia, iba además camino de convertirse, si los que tienen la mayor responsabilidad en su organización no lo remediaban, en el Año Santo de la discordia por las diferencias palpables una y otra vez puestas de manifiesto entre la Xunta y el Gobierno central.
Ahora, la emergencia que ha paralizado el país, también ha dejado en barbecho este debate.
Quienes deberían unir fuerzas y empeños para hacer del próximo Xacobeo 2021 un evento para recordar por ser los que han de correr con los preparativos -la Xunta (PP) y el Ejecutivo central (PSOE)- parece que se habían empeñado en hacer de tal acontecimiento uno de los arietes del que echar mano en la batalla política para tratar de restar fuerzas al contrincante.
Ahora todo está estancado, la prioridad es contener la propagación del Covid-19, pero una vez que las elecciones gallegas vuelvan a tener fecha, a buen seguro que continuarán al descubierto, y probablemente aún más, si cabe, las mencionadas discrepancias.
No en vano, la falta de armonía ya había quedado claramente patente al existir incluso dos comisiones diferenciadas, una autonómica que se encarga de la organización de los eventos propios del Año Santo, con la participación de varios departamentos, y otra constituida por el Gobierno para supervisar sus actuaciones en el jacobeo y en la que no tiene cabida la Xunta.
En lo que sí hay aquiescencia, al menos, es en que el Xacobeo, cuyo requisito es que el 25 de julio, Día de Galicia, caiga en domingo, ha de ser una oportunidad para la Comunidad Autónoma en los próximos años.
Sobre todo porque en poco más de una década se celebrarán los Años Santos de 2021, 2027 y 2032.
Raúl Salgado y Juan Rodil EFE
¡Síguenos en nuestras redes sociales y descargar la app!