SpaceX, la compañía aeroespacial liderada por Elon Musk, ha alcanzado un logro significativo esta semana al completar una misión sin incidentes, un contraste marcado con los resultados explosivos de los tres intentos previos.
La nave Starship, la más imponente jamás construida con sus 121 metros de altura, despegó sin contratiempos desde Boca Chica, Texas, marcando el inicio de una misión histórica.
Un aterrizaje sin precedentes
Según La Vanguardia, el plan de SpaceX era que el colosal cohete Super Heavy, encargado de propulsar a la cápsula, regresara a la Tierra seis minutos después del lanzamiento.
En un giro de eventos que rompe con las misiones anteriores, el propulsor se desacopló exitosamente y realizó un amerizaje suave en el Golfo de México, un hito que no se había logrado anteriormente.
Momentos de tensión en la reentrada
La nave Starship enfrentó su prueba de fuego durante la reentrada en la atmósfera terrestre, un proceso que en el pasado había culminado en desastre.
A pesar de las altas temperaturas y la pérdida de componentes críticos, la nave resistió y logró un aterrizaje suave, superando las expectativas y la incertidumbre.
Innovación en comunicaciones espaciales
Un aspecto destacable de esta misión fue la capacidad de mantener las comunicaciones durante la reentrada, gracias a Starlink, la red de internet satelital de Musk.
Esta tecnología no solo permitió transmitir el evento en vivo, sino que también se perfila como un uso futuro para la Starship, en el lanzamiento de satélites de mayor tamaño.
Hacia la reutilización y más allá
Más allá de alcanzar la órbita, el objetivo de este cuarto vuelo era demostrar la capacidad de retorno y reutilización de la nave y su cohete.
Aunque en esta ocasión no se recuperaron para su reutilización, el éxito de la misión sienta las bases para futuros lanzamientos y reafirma la visión de SpaceX y la NASA de un regreso humano a la Luna y, eventualmente, un viaje tripulado a Marte.
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