Madrid.- Donde cualquier peatón ve un muro infranqueable, un trazador de parkour ve una invitación a treparlo. No hay obstáculo insalvable para estos deportistas que llevan las alas cosidas a su imaginación: «Volar es imposible, pero tener la sensación de que vuelas no lo es».
La española Stefanny Navarro, autora de esa afirmación, es segunda en la clasificación mundial de velocidad y una de esos intrépidos que recorren las ciudades saltando bancos, sobrevolando escaleras y colgándose del mobiliario urbano. Un centenar de ellos recibirán desde este fin de semana tratamiento de atletas de élite: por primera vez se disputarán unos campeonatos del mundo de parkour, en Tokio, organizados por la Federación Internacional de Gimnasia (FIG).
Navarro, de 24 años, aspira «a ganar» en la prueba de velocidad, básicamente una carrera de obstáculos, y a hacer «un top-5, incluso un top-3» en la de estilo libre, en la que puntúa la dificultad y la ejecución de los movimientos empleados en el recorrido.
Alberto Gómez y Aarón Vivar completarán la participación española en unos Mundiales que suponen un paso más en el camino diseñado por la FIG para conducir esta modalidad al programa olímpico de Los Ángeles 2028.
«Todo deportista tiene como meta ir a los Juegos Olímpicos. Hace un mes en la Copa del Mundo de Bulgaria estuvimos hablando de esa posibilidad en una reunión con todas las delegaciones», señaló Steffy Navarro a EFE durante su último entrenamiento antes de viajar a Tokio.
«Nunca se sabe lo que pasará de aquí a 2028, la vida da muchas vueltas. Es un ritmo de vida muy duro, no sé si mi cuerpo y mi mente van a aguantar. Ahora, mentalmente me veo capaz. Espero que físicamente los años me respeten. Y si para esas fechas me siento bien y el parkour es olímpico, voy a entrenar como una bestia para ir a los Juegos», aseguró la deportista, nacida en Bogotá y que emigró con su familia a España a los cuatro años.
Empezó a hacer parkour hace seis. Es un deporte nacido en Francia pero que en España, según Navarro, se practica «con un estilo propio, muy fluido» que favorece la velocidad. Pero pronto se dio cuenta de que eso no bastaba para competir contra las mejores.
«Me faltaba cardio. Empecé a entrenar cardio y fuerza, porque es un deporte de alto impacto en el que debes tener un cuerpo que aguante tanto salto», apuntó.
A partir de 2019, más fuerte, más técnica, la trazadora empezó a cosechar grandes resultados: campeona de velocidad en la Copa del Mundo de Montpellier (Francia) y en los Juegos Mundiales Urbanos de Budapest. Este año lleva dos platas en otras tantas participaciones en la Copa.
«Soy segunda en el ránking mundial de velocidad y es lo que más me he preparado. Es la prueba que más me gusta, define lo que es mi estilo. Pero voy al Mundial con grandes expectativas en ambas categorías», dijo Navarro, también novena en la clasificación general de estilo libre.
«Estoy contenta porque me he dado cuenta de que a la persona que se entrena duro y que tiene grandes aspiraciones le llega el momento de demostrar todo lo que ha trabajado», comentó sobre su participación, de viernes a domingo, en el primer mundial de la historia. El secreto, subrayó, es «la dedicación, la constancia y seguir cuando parece que no puedes más».
Para reproducir el escenario de las calles urbanas, en cada competición se recrea un circuito con obstáculos que varía de prueba en prueba. «Rampas y barras más altas o más bajas, muros verticales o con inclinación… lo van cambiando. El suelo suele ser de madera, porque el impacto se absorbe mejor», explicó la deportista. Su cuerpo es su única herramienta para agarrarse, escalar o rodar por el trazado.
Con la profesionalización, llegó también la exigencia: hasta ahora las mujeres solo hacían un recorrido de ida, de 30-40 m, en la prueba de velocidad. Desde este año se les pide ida y vuelta, como a los hombres.
«No nos ha dado ningún miedo, nos hemos preparado para ello. En la Copa del Mundo de Bulgaria las mujeres del top-3 hicimos mejores tiempos que algunos chicos», indicó.
Navarro defiende con entusiasmo el componente creativo de una disciplina que se define como ‘el arte del desplazamiento’.
«Es algo muy bonito crear tus propios movimientos en la calle, que nadie te diga ‘tienes que hacer esto así o asá’. Yo veo en cada sitio unos movimientos, que puedo hacer esta u otra acrobacia y caer en tal dirección. Y no es solo el movimiento: aprendemos a grabarnos y nos gusta filmarlo, poner la cámara arriba o abajo, usar el gran angular… Todo ello se convierte en minipelículas», señaló Navarro.
«Cada vez que sales a entrenar quieres hacer un salto nuevo o vencer un miedo. Y captarlo en imágenes es algo sublime. Lo puedes compartir, lo tienes de recuerdo, te sirve como ‘showreel’ por si en algún momento quieres trabajar como especialista. Ahí lo tienes. Eso lo juntamos en videos y es arte», afirmó.
La arquitectura española, apuntó, es una tentación para los practicantes de parkour: «En España están muy locos, porque te construyen unos párkings y unas plazas que dices… ¡cómo no voy a hacer parkour ahí! No estoy todo el rato pendiente, pero si estoy tomando algo me fijo en un edificio y pienso si será fácil escalarlo».
«Cada uno tiene sus límites», advirtió. «Yo no voy a hacer un triple mortal si no es lo mío este tipo de acrobacias. Pero hace unos meses veía imposible hacer podio en velocidad y lo he vuelto a hacer, lo mismo que algunos movimientos que no pensé que pudiera lograr. Con práctica, confianza y alguien que te apoye, eres capaz de hacer muchas cosas que veías lejos. Volar como tal es imposible, pero tener la sensación de que vuelas no lo es».
Respecto a la discusión sobre si el parkour es o no gimnasia, Navarro solo puede decir que la «adopción» por parte de esa federación le ha facilitado mucho el acceso a lugares de entrenamiento, a patrocinadores o a servicios como la fisioterapia.
«Yo estoy muy contenta con la Federación Española, me apoyan siempre que necesito algo y hace unos meses nos dieron acceso al CAR de Madrid y eso se agradece un montón», dijo.
Navarro se graduó el año pasado en Ciencias del Deporte e hizo las prácticas en el gimnasio madrileño en el que ahora trabaja como entrenadora. Como muchos de los practicantes de parkour, ha intervenido en películas y en publicidad como especialista o como protagonista de escenas de su deporte.
«Pero aspiro a que dentro de poco se me dé la oportunidad de vivir solo del parkour, de entrenarme a tiempo completo para las competiciones y de crear contenido en redes». Unas redes en la que se mueve con el sobrenombre de ‘stefymadness’.
«Fue por una canción de Muse que me gusta mucho, ‘Madness’ (‘Locura’). Siempre me han dicho que estoy muy loca, siempre he sido muy sinvergüenza, muy extrovertida. Me gusta la canción… y la palabra ¡me queda perfecta!».
Natalia Arriaga EFE
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