Cyril Ramaphosa será investido este miércoles como presidente de Sudáfrica para un segundo mandato de cinco años, en una ceremonia solemne a la que acudirán una veintena de líderes de África y que dará inicio a una nueva etapa en la historia del país con un Gobierno de unidad nacional inédito.
«Tenemos la investidura en el año en que celebramos treinta años de libertad y democracia en nuestra nación, lo cual es un hito muy importante», declaró este martes a medios locales la directora general interina de Comunicaciones del Gobierno sudafricano, Nomonde Mnukwa.
Bajo el lema «Treinta años de democracia, colaboración y crecimiento», el acto se celebrará en los Union Buildings, la sede del Ejecutivo en Pretoria, y contará con la asistencia de 18 jefes de Estado y de Gobierno, además de exmandatarios y delegaciones de numerosos países, según detallaron las autoridades.
Entre los países que enviarán representantes de alto nivel están Namibia, Angola, Tanzania, Zimbabue, Lesoto, Esuatini (antigua Suazilandia), Uganda, Nigeria, Burundi y Egipto, pero también China y Cuba, cuyo vicepresidente, Salvador Mesa, ya llegó al país.
También acudirán representantes de organizaciones como la Unión Africana (UA), la ONU y la Comunidad para el Desarrollo de África Meridional (SADC, por sus siglas en inglés), además de Palestina, cuya causa ha contado históricamente con el apoyo de Sudáfrica.
Tras el inicio de la jornada con un programa de actos culturales protagonizados por artistas locales, tendrá lugar la ceremonia en la que Ramaphosa jurará el cargo ante el jefe del Poder Judicial sudafricano, el magistrado Raymond Zondo.
Durante el evento, para el que se cortarán las calles que rodean el recinto, las Fuerzas de Defensa Nacionales de Sudáfrica (SADF) realizarán un saludo de 21 salvas de cañón, acompañado de un vuelo del Ejército del Aire, además de una inspección y un desfile de tropas.
Aunque se trata de un día laborable, serán fletados autobuses para que puedan acudir a la ceremonia residentes de diferentes provincias, que deberán atravesar estrictos controles de seguridad.
Una alianza para gobernar
La investidura será la culminación de un proceso marcado por la incertidumbre, después de que el Congreso Nacional Africano (CNA), en el poder desde la instauración de la democracia y el fin del régimen racista del ‘apartheid’ en 1994, perdiera por primera vez la mayoría absoluta en las elecciones del pasado 29 de mayo.
En esos comicios, los séptimos generales del país, el CNA logró el 40,18 % de los votos, que se traducen en 159 de los 400 escaños de la Asamblea Nacional (Cámara baja del Parlamento), una victoria insuficiente que obligó por primera vez a la histórica formación a acercarse a otros partidos para poder gobernar.
Ese acercamiento se palpó el pasado viernes en una maratoniana primera sesión de la Asamblea Nacional tras las elecciones, en la que Ramaphosa resultó elegido por 283 votos.
Horas antes de esa elección, John Steenhuisen, líder de la Alianza Democrática (AD, centroderecha liberal), hasta ahora primera fuerza de la oposición, anunció haber llegado a un acuerdo con el CNA para formar un «Gobierno de unidad nacional (GUN)».
Esa fórmula la usó antes el primer presidente negro del país, Nelson Mandela, al llegar al poder en 1994, cuando su partido gozaba de mayoría absoluta y partía de una posición de fuerza, a diferencia de la debilidad actual, que le impide formar Gobierno en solitario.
Según confirmó este lunes el CNA, otras tres fuerzas políticas han aceptado unirse también a la alianza gubernamental: el Partido de la Libertad Inkatha (IFP, conservador y nacionalista de la etnia zulú), GOOD (socialdemócrata) y Alianza Patriótica (AP, extrema derecha).
Así, la investidura será el pistoletazo de salida para la formación de un Gabinete que debería incluir a miembros de los otros partidos de la coalición, si bien Ramaphosa, de 71 años y quinto presidente del país, no ha desvelado todavía la composición del Ejecutivo.
Tras desempeñar un importante papel en las negociaciones que permitieron desmantelar el ‘apartheid’, ser un líder sindicalista y prosperar en el sector privado, Ramaphosa llegó en 2018 a la Presidencia con la promesa de cambio para acabar con la corrupción que empañó el mandato de su antecesor, Jacob Zuma (2009-2018).
Sin embargo, su popularidad decreció por la persistencia de problemas como el elevado desempleo (32,9 %), la criminalidad, la crisis energética con constantes apagones y la extrema desigualdad que todavía pesa sobre la población negra.
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