Tacones de punta fina

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Salía con esos perfumes que recorrían en vuelo etéreo las calles de la comunidad. Vecinos le veían ascender con elegancia al carro que por las noches iba a buscarla a la misma hora de siempre.

Las  luces de una camioneta de lujo despertaban a esa hora a algunos que ya dormían.

De sus labios, ni hablar. El firme contorno de sus labios delineado perfectamente con el tono 2.5 y ese cabello a veces laseo, a veces alborotado hasta la cintura, que resaltaba su silueta de un lado a otro cada vez que se movía.

Era el ejemplo de belleza y perfección en los detalles de su casa, en la ropa que lucía. El negocio fue levantando de a poco cada filamento de los muros desgatados que alguna vez fueron su casa, cada pared reconstruida con las más delicadas pastas, cada defecto corregido con las más finas molduras.

Sus alimentos comenzaron a ser libres de Gluten y de amarillo nro 5. Comenzó a poner más fibra en su dieta, no le importaban los sacrificios. Uno a uno y poco a poco, conseguía cada propósito.

Se dijo que era dama de compañía, asesora inmobiliaria, secretaria de un bufete,  se dijo que era una importante funcionaria del Gobierno, se dijo también que era escritora, aunque nadie habría creído que con esa profesión se puede sobrevivir.

Se dijo que era artista, bailarina, actriz porno.  Se dijo que era mala persona. Otros dijeron que era muy buena en todo lo que hacía.

Pocos sabían lo que en verdad sucedía. Lo que pasaba en aquellos días cuando el internet presentaba fallas y lejos de las redes sociales, invertía sus horas para pensar y marcar con trabajo duro el ritmo de su vida. ¿Pero qué era lo que hacía? ¿Qué actividad le aportaría tales beneficios? – Se preguntaban.

En pequeños ejercicios cotidianos ponía en práctica lo aprendido. Esa reciente actividad la inspiraba aprovechar cada segundo de sus días. Se veía entusiasmada. Ya no era la misma. Saludar con el enérgico “¡Buenos días!”, había pasado a ser su rutina de las mañanas.

Sacar el polvo de la habitación, dejar entrar más luz por las ventanas de la casa, seleccionar la basura, despejar las bacterias del fregadero, cortar el césped, colocar más floreros en la cocina, se hicieron hábitos importantes en aquellos días. Lograr la cocción perfecta de los plátanos fritos, era uno de sus retos favoritos. Le encantaba disfrutar ese toque cremoso y dulce de la fruta. 

Era admirable contemplar su destreza sobre tacones de punta fina. Cuando caminaba lo hacía con sus pies firmemente cruzados en camino hacia el horizonte, tal vez hacia el infinito. Su silueta firme y serena dejaba una estela marcada en forma de poderosas curvas, como si el propio Yanis Marshall se hubiera apoderado de ella. Como si en lugar de un camino, hubiera trazada una pasarela.

Leidy Ramírez/ [email protected]

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