Un movimiento comunitario costarricense bloqueó temporalmente este jueves la frontera entre Costa Rica y Panamá, un paso importante de carga y personas hacia Centroamérica, en otra muestra de la tensión que se vive en el lugar por el creciente flujo de migrantes en situación irregular que se dirigen hacia el norte del continente.
El bloqueo del movimiento Defendamos la Frontera en Paso Canoas se prolongó un par de horas y fue levantado tras la llegada de emisarios del Gobierno de Rodrigo Chaves que escucharon los reclamos de la comunidad fronteriza.
La crisis migratoria regional, expresada en la cifra récord de más de 280.000 viajeros irregulares en tránsito en lo que va de año por Panamá, el país de entrada a Centroamérica, está impactando en las comunidades fronterizas, que se ven sobrepasadas ante las necesidades de sanidad y alimentación que trae aparejado este flujo inédito.
«Pedimos un refuerzo de policías en la frontera para controlar a los migrantes, de manera que no anden deambulando en la comunidad», dijo a EFE el asesor legal del movimiento, César Vega.
El movimiento Defendamos la Frontera se queja de que los migrantes en Paso Canoas «están bloqueando las residencias habituales de las familias», haciendo comercio informal para poder costear el pasaje de bus que los lleve a la frontera con Nicaragua, y convirtiéndose en un riesgo sanitario al carecer de baños o traer enfermedades.
También denuncian que los migrantes son ubicados en un centro ferial «que no cuenta con la capacidad» para albergar a la gran cantidad de migrantes que están llegando cada día procedentes de Panamá.
Es por ello que el movimiento pidió se incremente el número de buses que sale del centro ferial, actual 50 diarios, para trasladar a los migrantes a la frontera de Costa Rica con Nicaragua (norte).
El movimiento propuso a las autoridades costarricenses que permita irse caminando hasta los límites con Nicaragua a los migrantes que carecen de dinero para comprar el pasaje de bus, algo que también pidieron algunos de estos viajeros en el lugar.
Freddy Antonio López, un migrante que tiene «seis niños» y «tres meses caminando» desde su natal Venezuela, pidió que los dejen seguir su camino a pie, porque no tiene el dinero para costear el bus.
«Nosotros no queremos molestar a nadie, yo sé que esto molesta (…) necesitamos aunque sea nos dejen seguir (…) no nos queremos quedar aquí, por favor», dijo a EFE.
El miembro del movimiento Edgar Gutiérrez se quejó también de la ausencia de los organismos internacionales en el lado tico de la frontera.
«Los organismos internacionales brillan por su ausencia (…) no los vemos aquí dando ningún apoyo ni material, ni sicológico ni de ningún tipo. Más bien se reúnen en algún restaurante muy caro para teorizar de cómo van a resolver», afirmó Gutiérrez.
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