Cuenta la leyenda que una linda indiecita, tan bella como una orquídea en flor, enamorada del hijo de un poderoso terrateniente español, sufría porque su amado debía partir a la tierra de sus padres.
Su padre, Carlos Rey De Monte Santo, un godo de rancio abolengo, despreciaba a la muchacha por ser una “salvaje montaraz”. Opuesto rotundamente al romance, decidió enviar a su hijo a España para alejarlo y el joven, también enamorado de Ayari, como se llamaba la aborígen, prometió ir a despedirse la víspera.
El día anterior, después de conocer la noticia de la partida y de haber llorado mucho juntos, ella fue a bañarse al río Orinoco. Y seguía llorando desconsoladamente. De repente, se le apareció una Diosa Indígena y, poniendo la mano derecha sobre su cabeza, le dijo: “No llores, princesa. Dale de comer a tu novio sancocho con cabeza de sapoara y verás como el blanco se quedará contigo”. Y al punto se esfumó.
Era un día 15 de agosto cuando Carlos así se llamaba el joven- fue a despedirse de su amada Ayari. Ella, siguiendo el consejo de la diosa, le dio a comer el sabroso caldo con la cabeza de la sapoara. Aquello hizo el efecto de un filtro de amor. Carlos no sólo no se fue a España, sino que se casó con su linda Ayari y vivieron muy felices.
Cada guayanés conoce esta historia. La leyenda es parte importante de la cultura de la Zapoara (también se vale escribir el nombre con “z”). Y por el relato de Carlos y Ayari se dice que cualquier visitante que prueba la cabeza del pescado, quedará atrapado en las redes de una guayanesa y no podrá salir de la región.
Anualmente, se celebra en Guayana la Fiesta de la Sapoara. Fue en 1978 cuando se oficializó, como feria, la pesca anual de esta especie. Consiste en una competencia entre pescadores a ver quién pezca la más grande.
Es conocida también como la Feria del Orinoco, donde se elige reina, se cocina el pescado e invitan a participar a numerosos turistas y lugareños de Ciudad Bolívar, quienes se deleitan con interesantísimas presentaciones de agrupaciones musicales y juegos tradicionales. Se vende variedad de productos típicos de la región como la espectacular artesanía y souvenirs diversos.
En la feria cantan así:
Llegando a Ciudad Bolívar
me dijo una guayanesa
que si comía la sapoara
le cortara la cabeza
Me la comí, qué atrocidad
puse la torta por mi terquedad
me la comí, que atrocidad
puse la torta por mi terquedad.
El “poder” de este pez es ese particular mito que existe acerca de la persona que devore su cabeza; “según cuenta la leyenda explica un cronista de la zona si esto sucede, el personaje que coma esa parte de la sapoara se casará con una hermosa mujer guayanesa y permanecerá eternamente en la maravillosa tierra de Ciudad Bolívar”.
Una antigua tradición mandaba capturar la primera Sapoara el 26 de Julio, Día de Santa Ana, luego de lo cual los vecinos del propio barrio preparaban un gran sancocho “digno de Heliogábalo (emperador romano), con maíz tierno de mazorca”.
Esta especie fluvial ha sido honrada con trovas, poesía, pinturas y teatros de calle.
El famoso grupo musical “Serenata Guayanesa”, extraordinario grupo vocal de contrapunteo que ha recorrido los escenarios de medio mundo, le dedicó una canción. Todo, para realzar la gran importancia de este pez en la cultura, gastronomía e historia de Ciudad Bolívar.
Un refrán alega que la sapoara es como el amor: “Muy sabroso pero con muchas espinas”. Si bien sólo aparece una vez al año, deja su estela de magia y hechizo para amarrar parejas y convertir al visitante en un lugareño más.
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