«Es un tema que ya sucedió en el pasado, que se resolvió de manera positiva entre el club y el jugador, antes de que yo estuviera. Espero y deseo que club y jugador lleguen a un acuerdo», aseguró el técnico en su primera rueda de prensa tras la de su presentación en julio pasado.
Mientras el club y el futbolista se atrincheran en sus posiciones, ya que el PSG le mantiene apartado de la primera plantilla y el jugador persiste en su intención de no prolongar su contrato más allá de junio de 2024 pero tampoco de partir antes, el técnico se movió en ese difícil equilibrio con pies de barro.
Dejó claro que, para él, repetir el escenario de 2022, cuando contra todo pronóstico Mbappé amplió su contrato, sería lo ideal, pero también pidió que la situación se resuelva.
El PSG no es igual con o sin el atacante de 24 años y tenerlo en la nevera no es más que un problema para el técnico español, quien sin embargo cree que no todo puede hipotecarse a ese escollo, por lo que repitió una frase del presidente, Nasser Al-Khelaifi: «Nadie está por encima del club».
Hasta ahí pudo llegar Luis Enrique en ese espinoso asunto, sobre el que se negó a responder más preguntas, pese a que el nombre de Mbappé sobrevuela toda la actualidad del PSG, incluso más allá, del fútbol francés que mañana viernes comienza una nueva campaña.
Las posiciones siguen enconadas. Según la prensa francesa, el pasado martes el jugador reiteró al presidente su postura: no quiere ser traspasado ni prolongar su contrato.
Cuatro días antes, había recibido un correo certificado de la dirección parisiense en el que le recordaban las «condiciones extraordinarias» de su contrato «que nadie antes había tenido en el fútbol», por encima de los 200 millones de euros.
Si el jugador abandona el club en junio del año próximo sin dejar un euro en sus arcas, continuaba la misiva, el PSG se vería obligado a vender futbolistas, «cuestionar su política de formación» y «lanzar una ola de despidos». En definitiva, «acabar con todo lo construido» desde que los cataríes desembarcaron en el Parque de los Príncipes.
Una presión moral que no parece estar haciendo mella en el clan del futbolista, que guarda un silencio sepulcral y que mantiene una sonrisa de fachada con los aficionados que acuden al centro de entrenamiento para fotografiarse junto al futbolista apartado.
Pese a esa guerrilla, Luis Enrique mostró una sonrisa franca ante los periodistas y un buen humor poco habitual en el ex técnico del Barcelona y de la selección española.
A LA ESPERA DE NEYMAR Y VERRATTI
El entrenador tampoco dio más detalles sobre los otros asuntos candentes que tiene en su plantilla, en especial el futuro del brasileño Neymar y del italiano Marco Verratti, ambos en el mercado.
Invitado a dar su postura sobre ambos casos, el entrenador zanjó: «Mis palabras dicen cosas, pero mis hechos dicen más, las decisiones que tome marcarán cuál es mi idea».
Una frase que invita a mirar la convocatoria de este sábado para afrontar al Lorient en el estreno liguero, en la que es duda el brasileño, víctima de un «síndrome viral» que le hizo entrenarse en el gimnasio y no con el resto de sus compañeros.
Más despejado aparece el horizonte de Ousmane Dembelé, jugador del club «al 99 por ciento», según el técnico, que lamentó los «flecos» que le impiden que entreme y salte mañana al Parque de los Príncipes con su nueva camiseta.
El jugador, que ya ha pasado el reconocimiento médico, está disponible, tras haber efectuado la pretemporada con el Barcelona, a quien el PSG acordó pagar la cláusula de salida de 50 millones de euros, pero que no parece dispuesto a acelerar los trámites del traspaso.
Pese a tantas incertidumbres en la plantilla, Luis Enrique aseguró haber trabajado bien estas semanas, restó importancia a los pobres resultados cosechados en la gira asiática y se mostró satisfecho con la colaboración, «minuto a minuto», con el director deportivo, Luis Campos, y con el presidente.
«Estamos haciendo los deberes», dijo el entrenador, que aseguró que están «abiertos a mejorar la plantilla hasta el último día».
Luis Enrique sabe que todo depende de que se resuelvan los casos pendientes, pero no recurrió a ninguna excusa: «Un club como el PSG tiene que ser siempre uno de los favoritos, vamos a disputar todos los títulos en los que estemos envueltos».
El técnico español quiere romper la dinámica del PSG en los últimos años, un equipo que se paseaba por Francia y fracasaba en Europa por la falta de continuidad.
«Quiero que mi equipo sea competitivo 95, 100 minutos, en todas las competiciones. No quiero 10 minutos de locura, quiero ataque, presión, dar espectáculo a los aficionados en cada partido y en cada competición. Es algo que la plantilla me trasmite que lograremos con el tiempo», afirmó.
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