“En aquel tiempo, Jesús vio a un hombre llamado Mateo en su puesto de cobrador de impuestos, y le dijo: «Sígueme.» Mateo se levantó y lo siguió. Como Jesús estaba comiendo en casa de Mateo, un buen número de cobradores de impuestos y otra gente pecadora vinieron a sentarse a la mesa con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al ver esto, decían a los discípulos: «¿Cómo es que su Maestro come con cobradores de impuestos y pecadores?» Jesús los oyó y dijo: «No es la gente sana la que necesita médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan lo que significa esta palabra de Dios: Me gusta la misericordia más que las ofrendas. Pues no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»

 

Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela. 

 

La Iglesia universal celebra hoy la fiesta en honor a San Mateo Apóstol y Evangelista, su nombre original era Leví de Alfeo, y al momento de su Conversión fue cambiado por el de Mateo. El Nuevo Testamento no aporta más detalles biográficos sobre su persona, si bien la tradición indica que evangelizó Judea y, posteriormente, fue misionero en Etiopía y Persia. Al parecer, vivió largos años en Antioquía, donde escribió su Evangelio, que, por su destacado interés eclesiástico, permite vislumbrar la realidad de una comunidad ferviente y disciplinada, esencialmente judía en cuanto a su origen, pero alentada por un vivo ímpetu misional.

En la liturgia del día meditamos los textos: Ef 4,1-7.11-13; Sal 18 y el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, según San Mateo capítulo 9, del verso 9 al 13. En el que se narra el llamado y la Conversión de Mateo que de recaudador de impuesto y publicano pasó a ser uno del grupo de los íntimos de JESÚS, es decir uno de los doce Apóstoles. La vocación de Mateo, narrada por él mismo de manera muy sencilla, subraya que todos somos invitados a entrar en el Reino de los Cielos, por lo que no hay excluidos a priori, y cuya única condición para su entrada es la de tener Fe en la persona de JESÚS y poner en práctica Sus Enseñanzas. Así podemos ver que el Amor demostrado por Mateo con el seguimiento, está por encima de toda regla.

Es tan así que, al resumir el llamado de Mateo, con solo dos frases: “se levantó y lo siguió” (Mt 9,9), puede decirse que se hace con brevedad para indicar su gran disponibilidad para seguir a JESÚS. Y el Maestro responde a quienes se extrañaban de su actitud abierta, con un viejo proverbio: el médico está al lado del enfermo, pero sin contagiarse y lo certifica con un texto del profeta Oseas, que presenta la Misericordia por encima de cualquier sacrificio ritual en el Templo.

También es importante destacar que el Evangelio habla de los publicanos que cobraban el impuesto para los romanos, eran judíos que trabajaban para el extranjero. Los patriotas los consideraban traidores. JESÚS no los alabó, pero escogió a uno de ellos, a Leví-Mateo, para incorporarlo al equipo de sus apóstoles, cuya mayoría eran patriotas decididos, pero que necesitaba representante de todos los sectores sobremanera de los pecadores para tener una comunidad heterogénea, de justos y pecadores, cuyo punto de encuentro era la Fe en JESÚS y el deseo de ser redimidos por Él.

Al confrontarnos con el texto, vemos que la comida es un momento de Comunión de Vida y Amor, por lo que una vez que Mateo es invitado a ser un seguidor de JESÚS, entonces él invitó al Maestro a comer en su casa junto con sus colegas y amigos. JESÚS se sienta a la mesa y come con los publicanos y pecadores. Enseñando con Su Acción, que Su Mesa es el Banquete del Reino, en el que todos somos acogidos con Misericordia.

Pero los fariseos apegados a las prácticas religiosas eran insensibles a esta alegría y llegaron a censurar a JESÚS y sus discípulos. Una vez más se pone de manifiesto la paradoja de que los que se creen justos son los que están satisfechos de sí mismo, y no necesitan, ni quieren cambiar, mientras que los que se saben pecadores, son los que se encuentran disgustados consigo mismo, arrepentidos de sus errores, desean y buscan el Perdón de DIOS, son a estos últimos, a los que JESÚS, busca y llama desde el lugar donde se encuentren.

La postura de JESÚS es sencilla y profunda, porque nos demuestra que el Reino de DIOS es para los pecadores, que son los que necesitan la Salvación. Se trata de una rehabilitación del pecador antes que su exclusión. Por eso es que la lectura de este texto, nos lleva al compromiso de rechazar profundamente el pecado que encontremos en nuestro prójimo, pero nos invita a acoger rotundamente al pecador. Por lo que tenemos que rechazar al pecado y al mal presente en el mundo, pero actuando con Misericordia frente a las desviaciones y falta de nuestros semejantes, tal como DIOS la tiene con nosotros.

Señor JESÚS, permítenos estar en el grupo de los pecadores arrepentidos, para formar una comunidad heterogénea, de justos y pecadores, cuyo punto de encuentro sea nuestra Fe en Ti y el deseo de cambiar estas estructuras del mal que nos agobian a todos.

Amén

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