“Un sábado, Jesús atravesaba unos sembrados, y sus discípulos cortaban espigas, las desgranaban en las manos y se comían el grano. Algunos fariseos les dijeron: «¿Por qué hacen lo que no está permitido hacer en día sábado?» Jesús les respondió: «¿Ustedes no han leído lo que hizo David, y con él sus hombres, un día que tuvieron hambre? Pues entró en la Casa de Dios, tomó los panes de la ofrenda, los comió y les dio también a sus hombres, a pesar de que sólo estaba permitido a los sacerdotes comer de ese pan.» Y Jesús añadió: «El Hijo del Hombre es Señor y tiene autoridad sobre el sábado.»

Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela

 La Iglesia universal celebra hoy, la fiesta entre otros santos en honor a San Pedro Claver, maravilloso Misionero Jesuita, establecido en la Ciudad de Cartagena, Colombia. Fue tal su preocupación por los esclavos negros traídos de África, que es conocido con el cognomento de: “el esclavo de los esclavos negros”.

En la liturgia del día meditamos los textos: Col 1,21-23; Sal 53; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Lucas capítulo 6, del verso 1 al 5. En el que se narra un conflicto entre JESÚS y los dirigentes religiosos del pueblo judío, a propósito de guardar el precepto del día sábado, ya que, los discípulos de JESÚS, habían arrancado unas espigas para comérselas y eso estaba prohibido hacerlo el día sábado, por lo que era evidente el quebrantamiento de la Ley Mosaica.

  Y es que la cuestión no es tanto de que los discípulos estuvieran a punto de desfallecer por el hambre, y que tuvieran necesidad de recoger un poco de trigo de los campos para calmar las protestas de sus estómagos. Eso a los fariseos no les importaba, ya que lo que tenían entre ceja y ceja es que estaban frente a unas personas que se habían puesto al margen de la Ley y eran reos de justicia.

  No olvidemos que la palabra sábado significa descanso. Y que la ley del descanso, o del «Sabbat», es una de las leyes fundamentales del Antiguo Testamento, pero esto no exime a que haya casos en que en vez de liberar oprime, y por tanto hay que dejarla de lado. DIOS había pedido que fuera santificado un día de la semana para que todos tuvieran descanso (Ex 20,10). Pues el DIOS Santo no quiere que un pueblo santo se haga esclavo de su subsistencia diaria o de su trabajo.

  Por eso es que, JESÚS no discute con los fariseos, lo fundamental de la Ley del sábado, sino porque ellos llaman trabajo al mero hecho de cortar unas espigas y desgranarlas en las manos. Les recuerda que grandes creyentes, como David, pasaron a veces por encima de esa Ley por tener que alimentarse él y sus seguidores. Y luego añade: el Hijo del Hombre es Señor y tiene Autoridad sobre el sábado. Esto los deja desconcertados: ese JESÚS, ¿quién pretende ser? Y por eso se ponen en contra de Él, ya que, entre los judíos, nadie, ni siquiera el sumo sacerdote, podía dispensar de la observancia del sábado

 Al confrontarnos con el texto y ver que los distintos campos donde desarrollamos nuestras vidas, ya sea en lo social, político, económico, religioso y familiar, están regidas por leyes. Es la manera en que los seres humanos, hemos encontrado para poder vivir en sociedad, ya que regulan los comportamientos humanos y nos ayuda a tener un respeto por el otro y por las cosas del otro. Frente a eso JESÚS, nos alerta de un peligro: si las leyes tratan de anular los derechos existenciales de las personas esas leyes no son queridas por DIOS.

 Lo mismo vale para las leyes más sagradas de la Iglesia: todas ellas, en un momento determinado, pueden transformarse en un obstáculo para el Evangelio y si eso ocurre, la conciencia cristiana, iluminada por el Espíritu Santo, debe encontrar una solución para el momento presente. Porque un respeto a DIOS que apagara nuestro espíritu crítico no sería conforme al Evangelio; una religión que impidiera buscar la verdad y preguntar en todos los campos de la inquietud humana, no sería la verdadera.

 Porque tal como nos lo enseña JESÚS, el ser humano, que es la criatura favorita de DIOS, es más importante que los preceptos religiosos. Por lo que disponemos de dos maneras de asumir nuestra vida cristiana: desde la observancia estricta de la ley o desde el Evangelio que da sentido a la ley; es la dialéctica de lo secundario frente a lo esencial, de lo externo frente a la pureza de corazón, para asumir con entereza el mandamiento de nuestro Señor JESUCRISTO, de “Amarnos los unos a los otros” (Jn 15,17).

 Señor JESÚS, arranca de nosotros todo formalismos y fundamentalismo, que puedan ocultar las verdaderas necesidades de nuestros semejantes y que nos impida atender con prontitud sus necesidades materiales y espirituales, tal como Tú nos los señalas.

Amén

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