“En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?». Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”. Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo: “Págame lo que me debes”. El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo: “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré”. Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: “¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?”. Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».
Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela
La Iglesia universal celebra hoy la fiesta entre otros santos, en honor a Santa Cristina. Joven virgen y mártir. Por su condición de cristiana fue encarcelada y tras ser sometida a golpes con varas, Murió mártir en Persia, actual Irán, bajo el mandato del rey Cosmoes I. Fue venerada en la antigua Persia y actualmente entre los cristianos de Rito Maronita, quienes la veneran muy especialmente.
Y la liturgia diaria, nos presenta al Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO según San Mateo, capítulo 18, del verso 21 al 35. en el que se relata un diálogo entre JESÚS y el Apóstol Pedro que le pregunta al Maestro: ¿cuantas veces debe perdonarse?, JESÚS le da dice que siempre, e inmediatamente, le narra la parábola del rey compasivo y del siervo despiadado, que está construida en base a un contraste: DIOS en Su Infinita Bondad, supera las expectativas del hombre perdonándole todo; y el hombre se revela mezquino y despiadado en relación con sus semejantes, ya que los judíos tenían establecido perdonar un máximo de siete veces a su hermano. JESÚS en contrapartida le dice a Pedro que son setenta veces siete, es decir siempre.
Y es que perdonar al hermano, “setenta veces siete”, es una medida que supera lo que estaba previsto por la praxis de los maestros judíos. Ya que JESÚS, no tolera precisiones legalistas en ningún aspecto, que tenga que ver con la misericordia humana, y propone un perdón fraterno, sin medidas de ningún tipo. Donde el gesto del perdón, pasa de una concepción cuantitativa: ¿Cuántas veces? A una visión cualitativa, del Perdón sin límites a imagen de DIOS.
Al confrontarnos con el texto, nos entristece la realidad de vivir en una sociedad setenta veces violentas, que tendríamos que contrarrestar con unas comunidades setenta veces reconciliadoras, tal como nos indica el Maestro, lo que constituye un gran desafío, bien difícil de cumplir. Ya que, perdonar setenta veces siete, significa perdonar siempre., al estilo de DIOS Padre que perdona ilimitadamente siempre, y eso sin lugar a dudas, que constituye un desafío difícil, pero no imposible, ya que, con la Fuerza de Su Espíritu, podremos lograrlo.
Aun cuando tengamos que enfrentar la dura realidad de que el mundo donde nos desarrollamos, la violencia crece y se multiplica ante la indiferencia de muchos. Que forma parte de nuestra identidad cultural, y que con mucha razón se dice que la violencia es un negocio lucrativo para muchos sectores de nuestra sociedad. Ya que está sembrada en el corazón del hombre, y en el desarrollo de la vida ciudadana, por lo cual genera enfrentamientos y disputas por intereses políticos, económicos, geográficos, culturales y religiosos.
Por eso es que esta lectura nos deja dos enseñanzas, la primera es que: DIOS nos perdona mucho más de lo que nosotros perdonamos, tal como aparece en la parábola del rey y sus súbditos. Y que perdonar no es un gesto de debilidad, para cerrar los ojos ante los horrores de nuestro mundo. Es una decisión que emana del código de las Bienaventuranzas. Es un dinamismo transformador de la no-violencia activa. Es tener hambre y sed de justicia, es ser pacíficamente creyente y amador de todos los que nos ofende u odian por distintos motivos.
Señor JESÚS, ayúdanos a entender que perdonar no es un gesto de debilidad, para cerrar los ojos ante los horrores de nuestro mundo. Sino que es tener hambre y sed de Justicia, para transformar sociedades violentas en espacios donde reine la paz y el respeto ciudadano.
Amén
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