Tras la retirada completa de las fuerzas israelíes de Netzarim, el corredor artificial que dividía la Franja de Gaza por la mitad, los palestinos desplazados que han vuelto a la zona se han encontrado con una destrucción total.
«No han dejado nada en pie: los árboles, las fábricas, las tiendas, las casas, los coches… Hasta el asfalto sobre el que caminamos lo destrozaron», dice a EFE, junto a su casa destruida, Mohamed Jamis Sawafiri, que ha vuelto para inspeccionar los daños.
Mohamed, que tiene 45 años, lleva un año y cuatro meses lejos de su casa, un edificio de cuatro plantas y seis apartamentos del que dos tercios han desaparecido, en el barrio de Zeitún de la ciudad de Gaza.
«Vivía bien y estaba contento, tenía un negocio, no necesitaba nada. Ahora vuelvo y veo dos tercios de mi casa destrozados, ¿qué voy a hacer?», lamenta.
Varados en el sur
Israel se retiró el domingo por completo del Corredor Netzarim, una carretera artificial construida por el Ejército para dividir la Franja en dos mitades separadas. Durante meses, cruzar de un lado al otro estuvo totalmente prohibido.
Por eso, cientos de miles de gazatíes que se vieron obligados a abandonar sus hogares en el norte del enclave tras el comienzo de la guerra se quedaron varados en el sur, en la designada como «zona humanitaria» por las fuerzas israelíes junto a las costas de Jan Yunis y Deir al Balah.
Al volver a lo que antes eran sus barrios en el noreste de Gaza, los desplazados se han encontrado con que ya no hay infraestructura que permita vivir.
«Solo vive aquí el que está obligado a hacerlo», reconoce Mohamed.
Aun así, el gazatí se rebela cuando se le pregunta por el plan del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de expulsar a la población palestina de la Franja y reasentarla permanentemente en otros países.
«Aunque me muera cien veces, no saldría de aquí. Ya me desplacé a Jan Yunis, que está en Palestina. Sufrimos sed, estábamos sin hogar, y ¿ahora quieres que emigre? En absoluto. Preferimos la muerte antes que desplazarnos», sentencia.
«Si yo estoy destrozado, mi vecino más»
Tanto el hermano como el sobrino mayor de Mohamed han muerto en ataques israelíes. El hombre asegura que ninguno de los dos tenía relación con Hamás ni con Fatah, el partido secular que gobierna en Cisjordania ocupada y aspira a controlar Gaza tras la guerra.
Pero Mohamed admite que, al ver las desgracias de los demás, las suyas se le hacen más llevaderas.
«Estaba triste, pero ¿qué puedo hacer? No sabes qué le puedes decir a tu vecino. Si yo estoy destrozado, mi vecino más. Estamos en la misma desgracia», explica.
Para volver a ser habitable, su casa necesita puertas, lavabos, piedra… Pero, sobre todo, retirar los escombros que impiden entrar a los apartamentos.
Para quitarlos, Mohamed tendría que contratar un camión de retirada de escombros, que cuesta al menos 4.000 séqueles (algo más de mil euros).
Alquilar una casa para él y sus hijos le costaría más que eso, unos 4.400 séqueles. Pero el hombre no tiene ingresos para ninguna de las dos cosas.
«¿De dónde lo vamos a sacar? Todo el mundo se ha ido. No tenemos ni casa ni negocio. Ya no tenemos nada», lamenta.
Por ahora, su familia está desperdigada. Mohamed vive con su hermano, y uno de sus hijos con su cuñado.
Mientras habla, suenan disparos en la distancia. El Ejército se ha retirado de Netzarim, pero todavía mantiene una «zona de amortiguación» junto a la frontera con Israel que varía entre los 500 y los 700 metros de ancho.
Los gazatíes ya pueden cruzar del sur al norte de Gaza, pero la Franja sigue estando completamente cercada.
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