Más del 60% de la actividad comercial en Curazao es a raíz del intercambio con Venezuela, aspecto relevante para su economía. No obstante, las restricciones migratorias a los venezolanos dificultan tal impulso financiero. 

Desde que se estableció que los venezolanos debían contar con un visa para ingresar al territorio brasileño, durante el año 2021, más de 14.000 ciudadanos viajaron hasta Curazao, con unos 150.000 habitantes. 

De igual forma, entre el 2019 y el 2023, cerraron las fronteras de Aruba, Bonaire y Curazao debido a unas diferencias diplomáticas, las cuales se abrieron recientemente. 

Según la directora de la Compañía de Desarrollo Industrial y de Comercio Internacional de Curazao (CURINDE), Jacqueline Jansen, «los años de cierre han sido un golpe inmenso». 

«Tenemos que aprovechar que se abrió de nuevo la frontera. Mucha gente no sabe cómo conseguir un visado (…), entonces, ese es un asunto importante», indicó.

Tras la apertura de las fronteras, CURINDE anunció un proyecto para movilizar y simplificar los trámites de visado a comerciantes venezolanos, esto con la finalidad de administrar grupos que se presenten con la aprobación para reactivar la economía. 

Organizaron una prueba piloto con visitantes de Cuba, iniciativa que el equipo de Relaciones Exteriores de Curazao calificó como exitosa. 

Países Bajos «simplemente, en relación al visado, quiere tener control» y «nos está reconociendo como una compañía que puede llevar ese control», afirma Jansen.

Parálisis comercial 

El gerente de CURIBDE, Giovanni Boekhoudt, detalló que Venezuela representaba el 60% del comercio de la zona franca, con aproximadamente 20.000 visitantes anuales y transacciones que superan los 400 millones de dólares.

El cierre de las fronteras y la cuarentena desencadenaron una parálisis en la región, reflejada en una drástica disminución de visitantes venezolanos a tan solo 22 en el año 2021.

Ante aquel cierre, los comerciantes más grandes optaron por enviar mercancías de forma indirecta a través de naciones como Jamaica, incrementando costos y desfavoreciendo a los capitales más pequeños, según señaló Boekhoudt.

La región franca de Curazao, fundada durante 1950, abarca una extensión de 300.000 km2 con amplias áreas de contenedores y almacenes, enfocándose inicialmente en los sectores textil y farmacéutico, así como en productos como alcohol y tabaco.

A pesar de que sus volúmenes de negocio son más reducidos en comparación con zonas francas en Panamá, República Dominicana o Costa Rica, tienen un impacto significativo en el PIB de la isla, representando un 5%, según datos de la Asociación de Zonas Francas de las Américas (AZFA).

La AZFA estima que las exportaciones desde las más de 700 zonas francas constituidas en la región ascienden a 38.000 millones de dólares.

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