Escribir sobre María, nuestra querida madre celestial, a parte de ser una satisfacción, es también un anonadamiento con ella, en su expresión: “Yo soy la esclava del Señor, hágase en mí según tus palabras” (Lc1,38), para experimentar el gozo de vivir el acontecimiento redentor. Porque sin ese “sí” de María, de acoger en su seno y parir al salvador del mundo, la humanidad no hubiese podido tener la Gracia del ENMANUEL, es decir a DIOS, como uno de nosotros.  

Por eso es que todas esas actividades cargadas de fraternidad que han estado desarrollando y viviendo intensamente tanto la feligresía de la Parroquia Virgen del Valle, junto a su Párroco Antonio Fuentes, como la feligresía de la Parroquia Nuestra Señora de Coromoto con nuestro párroco José Gregorio Salazar a la cabeza, son un signo visible de la acción preponderante y evangelizadora de nuestra «Madre del cielo», en la transformación del mundo.

Porque en Venezuela tenemos la bendición de celebra tres acontecimientos marianos en un mismo día, que nos sirven para tener presente que es acompañados de María, como se nos hace más fácil el camino para alcanzar un puesto en el banquete de la vida eterna. Así tenemos que el 8 de septiembre: es la fiesta de la «Natividad de la Virgen», es la aparición de la Virgen María en la advocación Nuestra Señora de Coromoto como patrona de Venezuela, y la celebración en todo el oriente del país de la fiesta de la virgen, bajo la advocación de Nuestra Señora del Valle.

Y aun cuando una de esas fiestas, ha sido trasladada al día 11 de septiembre, que es el día de su coronación, me refiero al día de la celebración de Nuestra Señora de Coromoto, queda en nuestra en nuestras mentes y en nuestros corazones el gran amor de María por los venezolanos, y por esta tierra de gracia llamada «Venezuela», se demuestra en el hecho que en el propio día de su nacimiento, se hace presente en medio de una familia autóctona, como lo es la tribu de los Cospe, con su cacique Coromoto a la cabeza. Para desde allí seguir propagando las buenas nuevas del evangelio del hijo JESÚS.

Y ese 8 de septiembre 1652, María le entregó al cacique Coromoto, un legado que por mucho tiempo se tenía como una reliquia, hoy sabemos de acuerdo a todos los estudios científicos, que es una “Mariofanía”, es decir una manifestación de la Virgen viva, cuyos únicos casos en el mundo, donde la Virgen ha dejado no solo testigos, sino también testimonios físicos son Guadalupe en México y Coromoto en Venezuela.

Es verdad que los venezolanos no podemos decir que somos 100% coromotanos, como los Guadalupanos, porque nuestra devoción Mariana es muy diversa. Pero no es menos cierto que esta fe en nuestra Madre, es alentada por ella misma, que tal como está escrito: “Guardaba estos acontecimientos en su corazón”, porque su fe estaba más allá de cualquier vacilación. Así también la feligresía Coromotana, grita a una sola voz: “con amor y devoción a la Coromoto le oro por mi nación”.

 

 

Por Luis Ramón Perdomo Torres ([email protected]) Twitter: @lurapeto

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