“En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es verdadero el testimonio que da de mí. Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio en favor de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido llevar a cabo, esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su rostro, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no lo creéis. Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ese sí lo recibiréis. ¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?».
“Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela
La Iglesia Universal, celebra hoy la fiesta, entre otros santos, en honor a San Toribio de Mogrovejo. Patrono del Episcopado Latinoamericano. Misionero excepcional que a los 39 años aceptó la ordenación sacerdotal y el Episcopado de Lima. En 1581 llegó Toribio a Lima como arzobispo. Fundó el primer seminario de América. Tuvo el gusto de administrarle el sacramento de la confirmación a tres santos: Santa Rosa de Lima, San Francisco Solano y San Martín de Porres. Escribió el Catecismo de la Iglesia en castellano, quechua y aimara lenguas indígenas que hablaba perfectamente. Murió un jueves Santo, el 23 de marzo de 1606. El Papa Benedicto XIII lo declaró santo en 1726.
Y la liturgia diaria, nos presenta al Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO según San Juan, capítulo 5, del verso 31 al 47. donde JESÚS, da testimonio de DIOS, como Padre suyo que es. Ninguno de sus interlocutores lo entiende, y Él sobreponiéndose a su escepticismo les dice: “no son capaces de entender porque sus corazones no están alineados con el Espíritu de la Palabra y por mucho que la lean, la estudien e investiguen sin cesar” (Jn 5,39), Es claro que la asistencia del Espíritu Santo para poder entender y vivir exactamente lo que dice la Palabra es más que necesario, y por eso hay que pedir su asistencia con suma humildad. Sin embargo, como a estos expertos de la Ley les interesa más su prestigio y su poder, ellos mismo se construyen unas barreras que le impiden entender estas grandezas.
Y es que, la Autenticidad del Ministerio de JESÚS, no se funda en Él mismo, sino en el aval del Padre, que da testimonio a favor suyo “en las obras que le ha concedido realizar”, Y se acredita por las obras que manifiesta la justicia del Reino, explicando quién es y para qué ha venido: “Y el Padre que me envió, ÉL mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su rostro, y su Palabra no habita en vosotros, porque al que Él envió no lo creéis. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ese sí lo recibiréis.”(Jn 5,37-43).
A JESÚS, le embarga una profunda convicción y seguridad, respecto al respaldo que recibe del Padre, su confianza no está basada en ningún reconocimiento humano. Lo hace en un contexto muy próximo a un desenlace que no va a ser fácilmente comprendido: su entrega por nosotros. Pues, igual que Moisés intercedió por el pueblo, JESÚS se entregará Él mismo, dará su vida, por nuestra salvación; lo cual es mucho más que una mera intercesión.
Al confrontarnos con el texto vemos la enseñanza clara del Maestro, que la Palabra leída o interpretada fielmente y la Ley vivida auténticamente acreditan la vida y las acciones de JESÚS, como Enviado del Padre para dar vida en abundancia. Por lo que debemos pedir la asistencia del Espíritu Santo, a la hora de leer los textos Bíblicos y después seguir pidiendo su asistencia para poder compartirla y testimoniarla con la vida, en cada uno de los gestos que tengamos con nuestros semejantes y con el medio ambiente que nos rodea.
Por eso es que hoy es el día para preguntarme: ¿Me doy cuenta Señor de lo que haces por mí? ¿Cómo te lo puedo agradecer? ¿seré yo uno de esos que ando más preocupado de mi prestigio personal, que, de vivir verdaderamente un encuentro con la Palabra, que me permita un cambio radical en mis actuaciones hacia los demás?
Señor JESÚS, gracias por pagar un precio tan grande por nosotros y perdona nuestra cerrazón de mente y de corazón, que se traduce en nuestras limitadas acciones para amar y servir tal como Tú nos lo haces con nosotros.
Amén
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