“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “sean compasivos como es compasivo el Padre de ustedes. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará; se les echará en su delantal una medida colmada, apretada y rebosante. Porque con la medida que ustedes midan, serán medidos.»
Reflexión hecha por: Luis Perdomo. Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela
La Iglesia universal celebra hoy la fiesta, entre otros santos, en honor a San Olegario Obispo. Nació en Barcelona, España en el año 1060 y murió el 6 de marzo del 1137 en Terragona, España. Olegario fue obispo de Barcelona y arzobispo de Tarragona. Se celebra su festividad el día de su muerte y sus restos, incorruptos, reposan en la capilla del Cristo de Lepanto, en la catedral de Barcelona, España.
Y la liturgia diaria, nos presenta al Evangelio de Jesucristo según San Lucas, capítulo 6, del verso 36 al 38. En el que se narra las instrucciones dadas por JESÚS, a sus discípulos sobre el tema de la Misericordia, el Perdón y la Solidaridad. Ya que el Maestro, quiere hacernos entender la necesidad de vivir, la Misericordia, la Mansedumbre y la Generosidad como valores existenciales de todos aquellos que nos consideramos Sus seguidores.
Y para poder llevarlos a la práctica, JESÚS, establece como punto de referencia a DIOS Padre, porque nuestra perfección está en imitar al Padre, y la manera de ser de DIOS es la MISERICORDIA, o sea, la Capacidad de Conmoverse ante la pobreza y la angustia de sus criaturas, para colmarlas de lo que sólo ÉL puede Comunicarles. Porque la compasión significa asumir la dura realidad del otro, para comprender su situación y ayudarle a salir de ella. Y es por eso que la compasión está íntimamente relacionada con la Solidaridad Fraterna, que es un signo característico de toda la comunidad cristiana.
Signo que tiene su fundamento en la propuesta de JESÚS, que supera los límites de los egoísmos, y por lo que nos promete una gran gratificación, diciéndonos, que: “se les echará en su delantal una medida colmada, apretada y rebosante”(Lc 6,37). Teniendo muy en cuenta que los valores supremos del Evangelio que debe estar muy presente en el proceso de nuestra CONVERSIÓN, y con el cual JESÚS, nos ubica en la manera cómo DIOS conduce el proceso de nuestras vidas, en el que cada esfuerzo nuestro, está doblemente gratificado.
Sin embargo, a muchos nos cuesta creer en esta Generosa Propuesta del Maestro, debido a los múltiples problemas que constantemente nos agobian en el desarrollo de nuestra vida terrenal. Y por eso es que siempre habrá quienes nos opongamos a esta Misericordia, y con esa frecuente actitud nos hacemos jueces de nuestros hermanos. Porque juzgar y condenar a priori, es una actitud muy recurrente de todos los seres humanos. Ante ese comportamiento, JESÚS, propone el perdón como actitud alternativa y la generosidad que derrumba todo egoísmo acaparador y arribista que tanto seduce a los seres humanos.
Al confrontarnos con el texto, y ver que el contexto social y cultural donde interactuamos diariamente vive una realidad totalmente contraria a las enseñanzas de JESÚS, debido al acaparamiento, las ventas de productos con sobreprecio, las ventas de productos de servicios y productos del estado por parte de funcionarios inescrupulosos y de ciudadanos que estimulamos esta realidad, añadiendo las extorsiones, la usura, la indiferencia ante el dolor ajeno. Todas esa acciones conjugadas con el deseo de venganza de muchos resentidos sociales, que se traduce en violencia de todo género, y que, pareciera ser “el pan nuestro de cada día”, lo que nos ha llevado a pensar que es algo normal, es decir que nos hemos acostumbrado tanto a esta situación de antivalores, que regresar a un estado de derecho, donde todos velemos por los deberes y derechos de todos, es como una tarea imposible, por lo que el mensaje del Evangelio suena como una quimera o utopía difícil de realizarse.
Por eso es que la confrontación con esta Palabra, nos genera un compromiso existencial con JESÚS, ya que una vez más Él nos invita a ser testigos en la adversidad, es decir a voltear la ejercitación de los antivalores, en lo necesario para la vida, que dé como resultado la construcción de la “Civilización del Amor”, asumiendo en nuestras relaciones diarias con nuestros semejantes una actitud de solidaridad, de generosidad, de perdón y de reconciliación, en la seguridad de que si lo hacemos así, aunque eso nos genere rechazos y burlas, vamos a estimular a otros a hacerlo y estaremos dando inicio a un esfuerzo transformador de las estructuras del mal que carcome nuestra sociedad, y en general a todas las sociedades del mundo.
Señor JESÚS, Tu Bondad nos enseña a ser bondadosos, Tu Perdón nos enseña a ser Misericordiosos, y Tu Generosidad nos invita a ser generosos. Por eso queremos que Tu fidelidad sane nuestras infidelidades y que Tu Amor nos de fuerza para combatir nuestras indiferencias.
Amén
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