“En aquel tiempo al conocer la muerte de Juan Bautista, Jesús se alejó discretamente de allí en una barca y fue a un lugar despoblado. Pero la gente lo supo y en seguida lo siguieron por tierra desde sus pueblos. Al desembarcar Jesús y encontrarse con tan gran gentío, sintió compasión de ellos y sanó a sus enfermos. Cuando ya caía la tarde, sus discípulos se le acercaron, diciendo: «Estamos en un lugar despoblado, y ya ha pasado la hora. Despide a esta gente para que se vayan a las aldeas y se compren algo de comer.» Pero Jesús les dijo: «No tienen por qué irse; denles ustedes de comer.» Ellos respondieron: Aquí sólo tenemos cinco panes y dos pescados. Jesús les dijo: «Tráiganmelos para acá.» Y mandó a la gente que se sentara en el pasto. Tomó los cinco panes y los dos pescados, levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los entregó a los discípulos. Y los discípulos los daban a la gente. Todos comieron y se saciaron, y se recogieron los pedazos que sobraron: ¡doce canastos llenos! Los que habían comido eran unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños”.
Reflexión hecha por: Luis Perdomo. Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela.
La Iglesia universal, celebra hoy, la fiesta entre otros santos en honor San Cayetano de Thiene, sacerdote italiano fundador de la Orden de Clérigos Regulares Teatinos. Él es conocido como patrono del pan y del trabajo. fundó la Orden de Clérigos Regulares o Teatinos, en 1524, junto Bonifacio de Colle, Pablo Consiglieri y Juan Pedro Carafa, que después sería el Papa Pablo IV. falleció el 7 de agosto de 1547. El 12 de abril de 1671 San Cayetano fue canonizado junto a Santa Rosa de Lima, la primera santa de América; San Luis Beltrán, evangelizador en Colombia; y San Francisco de Borja.
Y en la liturgia diaria meditamos los textos de: Nm 11,4b-15; Sal 80 y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Mateo capítulo 14, del verso 13 al 21. En el que se nos narra, un momento bien humano de nuestro Señor JESUCRISTO, y es que luego de recibir la noticia de que Juan había muerto Él buscó la soledad. Ya que la oración, el silencio y la soledad, son una buena compañía para los momentos de catarsis o de grandes decisiones. Y a JESÚS, esos momentos se le presentan juntos, tiene el dolor por la muerte de un ser querido y el desafío de cumplir con Su Misión de hacer realidad el cambio de mentalidad y de comportamiento de los seres humanos.
Y es que el Evangelio deja claro que cuando compartimos, poniendo al servicio de los demás lo poco o lo mucho que tenemos, el resultado es extraordinario, ya que alcanza para todos y además de eso sobra. Una buena lección para los líderes de nuestro planeta, que, si entendieran y pusieran en práctica el mensaje de JESÚS, no habría hambre, ni exclusión sobre la tierra, porque las palabras: “acumular y acaparar”, serían eliminadas del diccionario social, para ser reemplazadas por: “solidaridad y redistribución equitativa”
Esa actitud de la mayoría de los líderes del mundo e incluso de muchos que nos llamamos cristianos, es la que en el texto asumieron los discípulos, que tomaron la solución más lógica a la mentalidad del mundo: ¡descartan las multitudes y cada uno se las arregle como pueda! Por eso JESÚS compromete a los discípulos y les enseña el ámbito de la lógica del Reino: el compartir, la sensibilidad al dolor y la necesidad del semejante. Porque el sentimiento de JESÚS es la compasión, es decir, ponerse en el lugar del otro, experimentar sus dificultades y sufrimientos.
Al confrontarnos con el texto vemos que la caridad y la solidaridad carece de tiempo, lugar y de otras condiciones. Por eso tenemos que despertar nuestra sensibilidad por los más necesitados. Ya que, sin esta apertura de corazón, de nuestros bolsillos, de la mente y de nosotros mismo, nunca vamos a entender la dinámica del Reino de DIOS, en la que todos necesitamos de todos, para ser más felices y menos ruines, más solidarios y menos excluyentes.
Y es que, con JESÚS, siempre sumamos, nunca restamos, y ante este panorama que tenemos en nuestra sociedad de grandes necesidades de comida, de medicina, del consuelo, del afecto, y de compartir la Palabra de DIOS, se hace más que necesario la participación de cada uno de nosotros, con nuestros talentos y recursos, en la apremiante tarea de ser instrumentos dóciles de DIOS, y entender su mandato: ¡Denle ustedes de comer!
De allí, que hoy es el día para entender que CRISTO hizo el milagro de la multiplicación de los panes y peces, para que los que nos llamamos sus seguidores, hagamos el milagro de la caridad para tantos hombres y mujeres, que necesitan: pan, instrucción, evangelización, consuelo, y sobre manera aprender a vivir en comunidad, poniendo todos, nuestra parte. De esta manera se multiplicará la Fe y la Esperanza y todos podamos tener nuestras necesidades básicas satisfechas.
Señor JESÚS, danos la sensibilidad necesaria, tal como Tú la tuviste para poder sentir el dolor y el hambre que padecen la mayoría de nuestros compatriotas y no solo preocuparnos, sino ocuparnos de sus necesidades.
Amén
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