“En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo y no harás amistad con tu enemigo.» Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores, para que así sean hijos de su Padre que está en los Cielos. Porque él hace brillar su sol sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobre justos y pecadores. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué mérito tiene? También los cobradores de impuestos lo hacen. Y si saludan sólo a sus amigos, ¿qué tiene de especial? También los paganos se comportan así. Por su parte, sean ustedes perfectos como es perfecto el Padre de ustedes que está en el Cielo”.
Reflexión hecha por: Luis Perdomo. Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela
La Iglesia universal celebra hoy la fiesta, entre otros santos, en honor a San Casimiro de Polonia. Nació el 5 de octubre de 1458 y murió el 4 de marzo del 1484. Cultivó de manera eminente las virtudes cristianas, sobre todo la castidad y la caridad con los pobres. Es el Patrono de Polonia y Lituania.
Y la liturgia de hoy nos presenta al Evangelio de JESUCRISTO, según San Mateo capítulo 5, versos del 43 al 48. Donde se resalta la última oposición entre la Ley Antigua y la Nueva. Y es que con esta perícopa se cierra la serie de seis novedosas propuestas hechas por JESÚS, con la cual llegamos también a la meta máxima que el Maestro, nos indica: “! sean perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto!” (Mt 5,48).
Recordemos que, el Antiguo Testamento hablaba de amar al prójimo, pero los judíos lo habían reducido a una relación de solidaridad entre los miembros del pueblo de DIOS. Con este Mandato, JESÚS, no trata sólo de ampliar lo establecido en el Antiguo Testamento, sino, que le da la Interpretación correcta al Mandato del PADRE, y es la entrada a un mundo totalmente diferente, se trata de romper con nuestros prejuicios, para asumir el Proyecto de Felicidad que desde siempre Ha Tenido DIOS para la humanidad.
Por lo que puede decirse que es aquí, donde el Mandamiento del AMOR alcanza su máxima dimensión. Porque, Amar a quien está a nuestro lado, a nuestro familiar, a nuestro amigo que nos felicita, que le agradamos, eso lo hacen la mayoría de las personas. Pero los que nos consideramos seguidores de JESÚS, y por consiguiente hijos de DIOS debemos acercarnos con AMOR hasta aquellos con los cuales estamos separados por desconocimiento, por odios, por revanchismo, o por distintas maneras de pensar, o de obrar, etc.
Al confrontarnos con el texto y ver que, la misión que JESÚS recibió del PADRE, fue la de Revelar el Misterio del AMOR Divino en su Plenitud. Un AMOR que se Dona y se ofrece gratuitamente y que se hizo visible en todas las etapas de la vida terrena de JESÚS, cuya máxima expresión es la de morir en la Cruz, sin tener ninguna culpa, por toda la humanidad. Y es ese el cambio radical que el Maestro quiere que asumamos sus seguidores, en el entendido que somos seres limitados, y que lamentablemente en vez de fortalecer lo bueno de nuestros dones y virtudes, generalmente sacamos a relucir nuestras maldades y nuestros bajos instintos.
Por eso es que, el primer paso es el de reconocer nuestras limitaciones y nuestra fragilidad. Y a partir de allí, entregarnos en las manos de quien nos Configura con Él y nos hace entrar en el camino de la perfección de Su AMOR, que es Su mayor Cualidad, y de allí comenzar a amar a todos, como DIOS Ama, incluso a los enemigos. Actuando así no seremos cómplices del amor calculador y egoísta, ya que, salimos de nuestro pequeño mundo, para descubrir y amar en cada ser humano, un hermano, una hermana, y de esta manera construir el Reino de DIOS, en la temporalidad de lo terrenal.
A primera vista, es una meta imposible de ser atendida o cumplida. Pero JESÚS, no nos pide nunca aquello que no podemos hacer. Al invitarnos a “ser perfectos como el PADRE”; JESÚS nos está diciendo que no podemos vivir el Amor a la mitad y nos propone la radicalidad del Evangelio: Y a hacer todo lo que podamos, para configurarnos con el modo de Actuar de DIOS, que Se Dona y ofrece gratuitamente a buenos y a malos, a pobres y a ricos, a negros, amarillos, indios y blanco, a los de izquierda, de derecha, y anarquista, a mujeres y a hombre, es decir a todas sus criaturas, para que todos tengamos la posibilidad de arrepentirnos y ser salvados.
Señor JESÚS, imprégnanos de Tu AMOR para poder entender que nuestra entrega y servicio hacia los demás, debemos hacerla con el único objetivo de reconocer que somos hijos de DIOS y hermanos entre nosotros y de esta manera vencer las barreras de la intolerancia y de los egoísmos.
Amén
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