Ciudad Guayana. Los rumores de corrupción en la FIFA vienen de lejos. Dos décadas, por lo menos. El último escándalo destapado se remonta a 2002, con motivo del Mundial de Corea y Japón. Medios internacionales de renombre como el Corriere dello Sport apuntan de que el ente rector del fútbol internacional amañó el torneo a favor de la selección surcoreana a través de los árbitros.

Toda la polémica se desató en los octavos de final donde se enfrentarían Corea del Sur ante la selección de Italia.

El cuadro local logró una histórica clasificación a cuartos de final, pero el que se llevó todo el protagonismo fue el árbitro ecuatoriano Byron Moreno.

El Estadio Mundialista de Daejeon fue testigo de uno de los partidos más extraños de los mundiales y se vio claramente como fue mermando el rendimiento de una potencia como Italia en el tiempo extra.

Inició el partido y todo parecía marchar con normalidad. ‘La azurra’ dominaba y los coreanos, como podían, oponían resistencia. Pero no tuvo que pasar mucho para que las cosas comenzaran a tornarse raras.

Al minuto 4’, Byron Moreno, marcó un dudoso penal a favor de los locales a falta de Francesco Coco. Ji-Sung Park se encargó de cobrar la pena máxima, pero la figura colosal de Buffon no tuvo problemas en detener el disparo desde los once pasos.

Algunos minutos después, Italia abrió el marcador con un gol de cabeza de Christian Vieri. Sin embargo, el resto del partido tuvo una misma tónica: faltas no pitadas, un par de goles invalidados, y amonestaciones sin sentido, todo con un insólito favorecimiento a los locales.

A punto de acabar el encuentro, Corea aprovechó un error de la defensa italiana para empatar el partido y llevar todo a los tiempos extras, donde el ganador se definiría a partir del “gol de oro”.

Fue allí donde se hizo más claro el misterio tras el arbitraje de Byron Moreno. Una expulsión a Totti y un gol mal anulado a Tomassi terminaron por develar el escándalo.

Park anotó y llevó a su equipo a los cuartos de final mientras los italianos permanecían incrédulos en la cancha, no por la hazaña de los coreanos, sino por la clamorosa actuación del árbitro.

Partido contra España

Llegaba la siguiente instancia y a la selección asiática le tocaba enfrentar a España. La tarde del 22 de junio de 2002 se produjo otra de las peores actuaciones arbitrales que se recuerdan en los Mundiales.

La realidad fue que el gran protagonista sobre el terreno de juego de la cita mundialista fue el árbitro Gamal al Ghandour y no los 22 jugadores.

El duelo terminó en los penaltis con la victoria final de Corea del Sur tras el error en el cuarto lanzamiento del jovencísimo Joaquín, que en aquel entonces tenía 20 años.

Sin embargo, antes de llegar a la fatídica tanda desde los once metros, hubo una serie de errores arbitrales, dos mayúsculos, que provocó que el ‘sueño’ de la Roja se desvaneciera, y más tras ver como la selección del momento, la campeona Italia, quedó eliminada antes de tiempo en octavos de final por otro dudoso arbitraje.

El primer error garrafal de Ghandour, dejando de lado las continuas faltas no pitadas sobre jugadores de la selección española durante el encuentro, fue el gol anulado al mediocampista Rubén Baraja en el minuto 50 de la segunda mitad con 0-0 en el marcador, ya que el egipcio alegó que Helguera había hecho falta antes de realizar el cabezazo desde la frontal que terminó al fondo de la red. Las imágenes dieron constancia inequívoca de que, el jugador español no sólo no hizo falta si no que incluso se pudo haber pitado hasta penalti por agarrón a favor de los ibéricos.

Ya en la prórroga, en el segundo minuto, el colegiado sumó otro error de proporciones mayúsculas. En una jugada en la que Joaquín se fue por la banda hasta la línea de fondo, el extremo brindó un centro a Fernando Morientes, que cabeceó a placer para anotar el gol decisivo.

No obstante, Ghandour decretó que el balón previamente había salido por la línea de fondo antes del centro del andaluz. Algo que, en las imágenes, se pudo ver a la perfección que ni de cerca salió el esférico fuera del terreno de juego.

El broche final a la actuación arbitral fueron varios fueras de juego inexistentes, tres en concreto consecutivas, en las que Luis Enrique, Morientes y Mendieta se quedaban solos para encarar la portería surcoreana. Un desenlace de amargor e impotencia de la Roja, donde Camacho afirmó que “no ganaron porque no los dejaron”.

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