Ciudad Guayana.-Bossaball es un juego de pelota entre dos equipos, es una mezcla de voleibol, fútbol, gimnasia y capoeira.
Bossaball combina elementos de esos deportes en un campo con camas elásticas e inflables, dividido por una red.
El cambio en la gravedad, combinado con la seguridad proporcionada por el inflable, permite una nueva gama de técnicas, tácticas y estrategias de equipo y los jugadores pueden ir a por cada pelota.
Bossaball permite a los jugadores golpear la pelota a alturas nunca vistas con cualquier parte de su cuerpo. El resultado son asombrosos ataques aéreos, defensas dramáticas y un control magistral.
El juego puede instalarse en cualquier ubicación, en interior o exterior y lleva menos de 45 minutos montarlo y ponerse a jugar. Bossaball es además una atracción espectacular que arrastra multitudes allá donde vaya.
La palabra “bossa”
La palabra «bossa», que a veces se traduce como estilo o actitud en el portugués brasileño, se asocia comúnmente con la Bossa Nova, un tipo de música brasileña influenciada por Samba.
El nombre, por lo tanto, expresa el objetivo de combinar el deporte, la música y las vibraciones positivas.
Otros países en los que se ha introducido a este deporte son: Brasil, Argentina, México, Turquía, Países Bajos, España, Alemania, Francia, Suiza, Portugal, Grecia, Eslovenia, Hungría, República Checa, Rumanía, Israel, Egipto, Arabia Saudita, Qatar, Kuwait, Chile, Ecuador, Venezuela, Paraguay y Colombia.
Historia del Bossaball
Fue creado entre 2003 y 2005 por Filip Eyckmans, un belga afincado en España desde hace más de diez años.
De muy joven, Eyckmans fue jugador en el equipo nacional de tenis de Bélgica, mientras en su tiempo libre jugaba al fútbol.
Al principio de los 90 se convirtió en manager de bandas musicales: dEUS, Vive la Fete y otras y participó en muchos festivales a lo largo del mundo.
En uno de sus múltiples viajes con dEUS en Brasil fue cautivado por el fenómeno afro-brasileiro de la Capoeira en una plaza de un suburbio de Arrecife.
Le fascinaron también las fantásticas vibraciones de los atardeceres en las playas de Brasil, donde el fútbol, el vóley playa, la música y el baile se fusionaban.
A finales de los 90, cuando el fenómeno del vóley playa explotaba y podían verse camas elásticas e inflables en la mayoría de los centros comerciales, Eyckmans empezó a maquinar su cóctel de música y deportes.
Buscaba una fusión de diferentes técnicas corporales, un deporte con más movimiento que saques y bloqueos, un concepto donde los gimnastas pudiesen combinar sus movimientos con elegantes toques a lo Zidane, un juego que permitiese disfrutar de una sensación completamente nueva de rematar una pelota desde alturas nunca antes experimentadas.
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