Ciudad Guayana. Cuarenta y un años después de que un español luchase por primera vez por ganar el Abierto de Australia, y doce desde que el último de ellos tuvo esa opción, Rafael Nadal cerró aquel 1 de febrero de 2009 una de las pocas conquistas que quedaban al tenis hispano al derrotar al suizo Roger Federer en Melbourne y hacerse con su sexto título del Grand Slam.
Nadal se impuso a Federer por 7-5, 3-6, 7-6, 3-6 y 6-2 en cuatro horas y 23 minutos para destrozar a al suizo, quien rompió a llorar en la entrega de trofeos y no fue capaz de articular palabra alguna, hasta en un segundo intento minutos después, en el que también tuvo que detenerse porque su garganta no le daba aliento. “Rafa tú lo mereciste, fantástica final, y gran temporada el pasado año” dijo como pudo.
Rafa le abrazó y luego le dedicó lo mejor de su discurso. “Lo siento por hoy”, le dijo. “Sé realmente lo que siente y lo duro que es, pero tú eres el mejor de la historia y seguro que igualarás los 14 de Sampras. Me encanta jugar contra ti y te deseo lo mejor para el resto de la temporada. Recibir el trofeo de manos de Rod Laver es un sueño para mí”, expresó el español.
Nadal ganó como el auténtico crack que es, sufriendo en la pista, sobreponiéndose al dolor y dosificando sus energías después de la épica batalla que había librado contra su compatriota Fernando Verdasco en semifinales.
Así ganó el primer set en 59 minutos, después de ir perdiendo 4-2, cerrando con un genial punto desde el fondo. En el segundo tuvo opciones, cuando tras robar el saque se colocó con 3-2 y servicio y 30-30, pero Federer, en una gran reacción, ganó cuatro juegos seguidos que golpearon a Nadal.
En el tercero el español siguió a remolque, remando ante un Federer lanzado. Pero fue capaz de levantar un 0-40 en el noveno y otros tres puntos de rotura en el undécimo. En esas seis defensas se afianzó Rafa para disponer de un punto de set a favor en el duodécimo que se le escapó por poco. No obstante, en el desempate, el español mantuvo la cabeza fría para ganarlo y resistir adelante.
Federer se puso por delante en el cuarto con 2-0, pero Nadal quebró a continuación sin importarle demasiado. Luego en el sexto, tras haber dispuesto de cinco oportunidades para romper, cedió su saque (4-2) y la cuarta manga. Cualquiera se hubiese hundido, pero no Nadal.
Después de tres horas y 49 minutos de lucha extenuante, con ambos entregados, sin bajar la guardia, Nadal fue un coloso en el quinto parcial, el que decide al auténtico campeón. Pocos jugadores hubiesen resistido tanta presión, más después de su desgaste en semifinales. Pero el de Manacor quebró en el cuarto juego y ahí vio el triunfo cerca. Fue a la tercera bola de partido cuando Federer comprobaba que no iba a poder con el español. De ahí su llanto.
Redacción Mundo Deportivo
con información de La Vanguardia
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