Ciudad Guayana.-Desde el comienzo de su temporada de novato en 2007, Lewis Hamilton demostró que lo suyo iba en serio, subiendo al podio en sus primeros grandes premios y manteniendo a su compañero de equipo McLaren, Fernando Alonso, en alerta.

En el quinto evento en Mónaco las tensiones se desataron cuando Hamilton se sintió frustrado por la estrategia del equipo, que a su juicio había favorecido a Alonso.

Se le había dado una carga de combustible más alta en la clasificación, lo que como resultado penalizó su rendimiento, pero con la vista puesta en cosechar recompensas en la carrera. Sin embargo, el domingo fue llamado a boxes antes de tiempo, dejando a Alonso libre para ganar. Eso provocó su recordado comentario de «soy el número dos».

Posteriormente, Hamilton llegó a Montreal luego de cinco podios consecutivos, y después de vencer a su compañero de equipo Fernando Alonso en la pole. El británico controló la carrera para ganar en tan solo su sexta aparición en la ‘Gran Carpa’. Hamilton mostró una madurez mucho más allá de sus tiernos 22 años para manejar una carrera interrumpida por cuatro períodos de autos de seguridad, uno después del terrible accidente de Robert Kubica.

«Estaba tratando de controlarme en la última vuelta», explicó un jubiloso Hamilton al convertirse en el primer piloto negro en ganar un gran premio. «Solo quería detener el auto y saltar. He estado listo para esta victoria desde hace bastante tiempo. Era solo una cuestión de dónde y cuándo».

Fue un gran día para Hamilton, y un hito en su carrera. Sin embargo, la verdadera historia de la jornada fue el accidente de Kubica. Al final de la carrera se corrió la voz de que se había sufrido la fractura de una de sus piernas, lo cual fue resultado de un informe erróneo enviado control de carrera por parte de un médico local en el circuito.

Sólo más tarde, después de hablar directamente con el hospital, el jefe del equipo BMW, Mario Theissen, pudo informar de la asombrosa noticia de que su piloto no tenía heridas graves, aunque se vería obligado a perderse la siguiente carrera en Indianápolis, dando la oportunidad de debutar al piloto de reserva del equipo, Sebastian Vettel.

Fue verdaderamente milagroso que haya resultado ileso, y exactamente un año más tarde el circuito de Montreal iba a devolverle a Kubica lo sucedido con su primera victoria en la Fórmula 1.

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