Ciudad Guayana.-Hace 92 años se celebraba el primer Gran Premio de Mónaco en las legendarias calles del Principado. La Fórmula 1 no existía todavía, pero el automovilismo deportivo y las carreras sí. El 14 de abril de 1929, William Charles Frederick Grover-Williams, más conocido como «W. Williams» hizo historia al volante de un Bugatti Type 35B.
Cuando el Campeonato del Mundo de Fórmula 1 echó andar – oficialmente – en el año 1950, ya se habían celebrado diez ediciones del GP de Mónaco. Las seis primeras (1929-1934) no fueron puntuables para ningún campeonato, las tres siguientes lo hicieron para el Campeonato Europeo de Automovilismo y en 1948 volvió a ser un evento independiente. En 1950, Juan Manuel Fangio fue el primer ganador del GP Mónaco de F1… pero vayamos más atrás en el tiempo, hasta 1929.
La idea de que se celebrara una carrera internacional en Montecarlo por parte del presidente del Automobile Club de Mónaco, Antony Noguès, empezó a evaluarse a mediados de los años 20. Llevó un tiempo que se hiciera realidad, e incluso hizo falta presión y crítica positiva por parte de pilotos que ya competían en aquel entonces, como el monegasco Louis Chiron, y también fue apoyado por el Príncipe Luis II de Mónaco. Logrado el objetivo, 20 pilotos se inscribieron en el GP de Mónaco de 1929, aunque finalmente fueron 16 los que participaron. Ocho pilotos confiaron en Bugatti, entre ellos W. Williams, que pilotó un Bugatti Type 35B. También formaron parte de la parrilla un Mercedes-Benz SSK, un Corre La Licorne, tres Alfa Romeo 6C y un Maserati 8C.
A diferencia de las carreras actuales, no hubo una sesión de clasificación para decidir los puestos en la parrilla de salida, sino que se realizaron por sorteo. El francés Philippe Étancelin con un Bugatti Type 35C saldría desde el primer puesto, su compatriota Christian d’Auvergne desde el segundo, con Marcel Lehoux desde la tercera. Williams saldría quinto.
Cuando se puso en marcha la carrera, Williams pisó a fondo el acelerador de su Bugatti para colocarse tercero y poco después se puso en cabeza. Correr en Mónaco era una tarea destinada solo a los más valientes, con el mar y los muros tan cerca. La posibilidad de adelantar era mínima también en aquella época y los abandonos eran muy habituales debido a las primitivas mecánicas en la siempre exigente competición. Después de 80 vueltas, solo quedaban nueve coches, que fueron los que acabaron la carrera, entre ellos seis de los ocho Bugatti que tomaron la salida.
La fiabilidad y el buen comportamiento del Bugatti fueron claves para que Grover pudiese imponerse en esta carrera. El Type 35 pesaba solo 750 kilogramos y era capaz de superar los 215 km/h de velocidad punta, aunque no en Mónaco, donde tuvo una media de velocidad de 84,8 km/h (actualmente la velocidad media es ligeramente superior a los 150 km/h). En el interior de este legendario vehículo de carreras rugía un motor 2.3 litros de ocho cilindros capaz de producir una potencia máxima de 140 CV a 5.000 rpm. Así mismo, equipaba frenos de tambor. Fue un modelo especialmente exitoso en los años 20.
Tras una dura pelea con nombres como Rudolf Caracciola (que fue tercero con un Mercedes y arrebató el liderato a Williams durante algunos momentos) y con Georges Bouriano segundo también con un Bugatti, y después de 100 vueltas y 318 kilómetros, W. Williams logró un triunfo histórico después de 3 horas y 56 minutos. A día de hoy, y para que sirva de comparativa 92 años después, los veinte monoplazas de la parrilla de Fórmula 1 completan 260 kilómetros en 78 vueltas y la duración de la carrera está limitada a dos horas.
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