Ciudad Guayana. Hace exactamente 51 años, Pelé marcó su gol número 1000 de su carrera. Literalmente, Brasil se paralizó ante lo que fue uno de los hitos más memorables de la campaña de Edson Arantes do Nascimento, para muchos, el mejor futbolista de la historia.
Sin embargo, la concreción del milésimo gol tuvo su suspenso. Cinco días antes, Pelé había conseguido el 999, en un partido en el que, con su equipo, Santos derrotó al Botafogo por 3 a 0.
El siguiente partido fue en Salvador de Bahía, un par de días después. No obstante, la expectativa general se vio frustrada: Pelé no pudo quebrar la defensa contraria. De hecho, se dice que un defensor que le rechazó un gol sobre la línea fue abucheado por la hinchada bahiense.
Finalmente, el día de la milésima conquista llegaría 72 horas después. Según las crónicas, exactamente a las 11:11pm de ese 19 de noviembre. ¿El sitio? Nada menos que el mítico Maracaná de Río de Janeiro.
El partido contra el Vasco da Gama iba 1 a 1; en la valla, el arquero Edgardo Gato Andrada, ex Rosario Central, ya había anunciado que quería ser recordado por ser un buen guardameta y no como la persona a la que Pelé le hizo el gol 1000.
«Me sentí solo contra el mundo» «El ruido era ensordecedor», recuerda el portero rosarino. «Hasta los hinchas del Vasco estaban contra mí». Y es que una figura de proporciones míticas se disponía a efectuar un remate histórico.
A Pelé le faltaba solo un gol, y eso hacía que la multitud estuviese enardecida. El público había acudido al estadio para ver al jugador de 33 años convertirse en el primero en la historia que alcanzaba la marca de cuatro dígitos en su cuenta personal. Aquel día, O Rei empleó su inagotable talento para convertir el penal y desatar la locura.
«La mayoría de los espectadores en el Maracaná querían ver el gol, pero los jugadores del Vasco hicieron todo lo posible por impedirlo», recuerda Pelé. «Me exasperaron, me decían que el gol no iba a suceder ese día. Pero fue el destino. Algo tenía que pasar para que yo tuviera una ocasión, y así fue».
Pelé trotó hacia el balón, hizo una pausa y remató con el pie derecho buscando la cepa del poste izquierdo. Andrada se tiró hacia ese mismo palo, pero, a pesar de tocar la pelota con una mano, no pudo evitar que cruzara la meta.
«Por primera vez en mi carrera me sentí realmente nervioso», agrega Pelé. «Andrada estaba en un excelente momento. Nunca había sentido una presión igual; estaba temblando. Pero me sobrepuse y… ¡goooooool! Qué sensación increíble. El estadio se vino abajo».
Pelé corrió hasta el fondo de la red para tomar el balón, al tiempo que incontables periodistas se lanzaban hacia el terreno de juego para inmortalizar su reacción.
«Por el amor de Dios, gente», exclamó un emocionado Pelé. «Ahora que todo el mundo está escuchando, ayuden a los niños, ayuden a los desamparados. Es mi único deseo en este momento tan especial para mí».
Algunos aficionados corrieron hacia él para ofrecerle una camiseta del Vasco con el número 1.000 en la espalda. *O Rei *se la puso y dio una vuelta de honor, acompañado por las masas y besando el balón una y otra vez, envuelto en lágrimas.
Andrada también lloró desconsoladamente. «Estaba devastado», expresa el portero que tuvo que asumir haberle concedido el gol número 1.000 a Pelé. «Quería detener el penal desesperadamente. No quería pasar a la historia como aquel arquero».
El impacto del gol fue tan abrumador que el partido pudo retomarse sólo 25 minutos después. Al final, el Santos mantuvo el marcador y se alzó con la victoria por 2-1.
Pero a nadie le importó el resultado. Porque el 19 de noviembre de 1969 todo giró en torno a uno de los goles más simbólicos de la historia del fútbol.
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