Ciudad Guayana.-Sebastián Vettel consiguió, un día como hoy, la victoria en el GP de Bahréin y culminó así el dominio que tuvo el alemán de Red Bull durante todo ese fin de semana. Las alas volvieron cuando más falta hacía y sirvieron para subirse a lo más alto del podio por delante de los Lotus de Räikkönen y de Grosjean, con Fernando Alonso séptimo.

Vettel tenía la carrera perfecta ante sí. Desde la pole y sin nadie por delante. Tan sólo tenía que hacer una buena salida y a partir de ahí abrir hueco con el resto. Y eso no es que se le dé bien, es que se le da genial. Y así ha pasado…

En cuanto se apagó el semáforo, Sebastián ha bebido de la marca que da nombre a su monoplaza y ha empezado a correr como si no hubiera mañana. Volando iba el alemán sobre la pista. Y volando iban también los dos Lotus.

Y es que hay más mundo aparte de McLaren, Red Bull y Mercedes. Y ese mundo se llama Lotus. Y en ese mundo el que manda es Kimi Räikkönen. Kimi es Kimi, un piloto al que no le hace falta salir desde arriba, ni tan siquiera entrar en la Q3 para hacer un carrerón. Y es que así es Kimi, un piloto que hace difícil lo fácil y que hace fácil lo difícil.

La remontada del finlandés de Lotus sobre la pista es de las que le gustan. De esas veces que tiene a diez o doce coches por delante. Eso le da igual. Él coge el volante y conduce, y conduce de tal forma que de habiendo salido en el puesto once ha llegado a estar a cinco décimas de Sebastián Vettel durante varias vueltas en carrera.

Algo histórico para él, ya que es el primer podio desde que volvió de los rallies, con tan sólo cuatro carreras disputadas. Räikkönen volvía a saborear el dulce aroma del podio, algo que no probaba desde el GP de Italia de 2009, cuando fue tercero en el equipo Ferrari. Y también histórico fue para Grosjean, que logró el primer podio de su vida en Fórmula 1 tras otra gran carrera.

Alonso sacó la mayor renta posible en otra cita complicada

Mientras unos lucharon por ganar porque podían, otros no tuvieron las armas necesarias para estar ahí. Al Ferrari de Fernando Alonso le pasaban todos. Räikkönen, Rosberg, Button, Hamilton… y lo hacían con una facilidad pasmosa. La velocidad punta del Ferrari le pasó factura y se hizo más que visible en las últimas vueltas, con un Di Resta hundido al que de haber habido tres curvas más le habría pasado.

A pesar de eso, Fernando siguió sacando lo mejor de lo mejor que había en su Ferrari, como siempre acostumbra a hacer en cada uno de los equipos en los que está. Primero por otra gran salida que realizó, una salida que le permitió terminar la primera vuelta en quinta posición a pesar de haber comenzado en la novena plaza. Una salida de esas, de las suyas, de las que hacen afición.

Y lo cierto es que solventó bien otra de esas citas del Mundial incómodas para Ferrari, con una séptima plaza que le permitían sumar los puntos suficientes para estar a diez del líder, que era Sebastián Vettel, con la cita de Montmeló en la mente de todos como el inicio de un cambio en el devenir del monoplaza rojo. Incluso en este GP de Bahréin terminó por delante de las grandes decepciones de Sakhir.

Esas decepciones tenían escudería y nombres. La escudería era McLaren y sus nombres eran Lewis Hamilton y Jenson Button. El primero terminó justo por detrás de Alonso y su equipo realizó dos paradas lamentables que le han hecho perder toda opción a podio. El segundo ni tan siquiera terminó la carrera.

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