Ciudad Guayana. El 4 de noviembre es una fecha especial para los hinchas de Racing. Para aquellos afortunados que pudieron festejar el mayor logro de la historia del club y también para las nuevas generaciones que heredaron la pasión por La Academia y que pudieron entender aún más la grandeza del club gracias al relato de aquel partido memorable.
Después de coronarse campeón de la Copa Libertadores de 1967, tras vencer a Nacional de Uruguay en tres partidos, aquel Racing dirigido por Juan José Pizzuti tenía la posibilidad histórica de llenar de gloria a la institución y también al fútbol argentino. El rival que lo esperaba en la Copa Intercontinental era el Celtic de Escocia, que venía de consagrarse campeón de Europa.
El partido de ida se jugó en Hampden Park en Glasgow, con el Celtic ganando 1 a 0 a través de un cabezazo de Billy McNeill. Tras el gol, el compromiso se vio empañado por el incesante juego rudo de los jugadores argentinos.
El partido de vuelta, en el Cilindro de Avellaneda en Argentina también fue áspero, con Ronnie Simpson de Celtic golpeado por un objeto arrojado por la multitud desde las gradas justo antes del comienzo del partido. Estaba aturdido y tuvo que ser reemplazado por John Fallon.
Ya en el encuentro, Celtic volvió a tomar la delantera, pero Racing Club remontó para ganar 2 a 1 a través de los goles de Norberto Raffo y Juan Carlos Cárdenas.
La serie de juegos se definió en un tercer encuentro de desempate en el Estadio Centenario en Montevideo, Uruguay. El partido fue deslucido y exacerbado por las continuas faltas de los jugadores de Racing Club y disciplina del Celtic, sumándosele a esto la incompetencia del árbitro paraguayo Rodolfo Pérez Osorio al que claramente el partido se le fue de las manos.
La policía antidisturbios tuvo que intervenir en el campo en varias oportunidades, ya que seis jugadores fueron expulsados; cuatro del Celtic y dos de Racing Club.
Sin embargo, Bertie Auld del Celtic se negó a abandonar el campo al ser «expulsado», jugando hasta el final del partido.
Racing Club anotó el único gol del encuentro en la segunda mitad, a través del «Chango» Cárdenas, ganando el juego 1 a 0 y, por consiguiente, la Copa Intercontinental, convirtiéndose en el primer equipo argentino en la historia en ganar la competición.
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